Sunday, September 18, 2016

¿Donde encontramos la seguridad?

Domingo, Vigésima quinta semana, ciclo C
Amos 8, 4-7
Salmo 112,1-2.4-6.7-8
1 Timoteo 2, 1-4
Lucas 16, 1-13


Para ayudarnos a meditar la Palabra de Dios hoy tengo tres preguntas:

1. ¿Dónde encontramos nuestra seguridad?

Algunos construyen muros y un watchiman con armas para su seguridad. Pero, a veces, se enceraron y se hicieron presos en sus propias casas.

Otros buscan la seguridad como el administrador en el evangelio. Arreglando cuentas, tratan de agarrar amigos – no, clientes – que pueden darles favores.

Otros buscan la seguridad, vendiéndose a los políticos para conseguir chamba, prometiendo meterse en las campañas políticas para asegurar empleo.

Otros buscan la seguridad, amontando dinero y tierra, pensando que “tener mucho” les dará la seguridad.

Pero, muchas veces, ellos que buscan seguridad en dinero no toman en cuenta los efectos de su avaricia – tierras quemadas, laderas taladas y desnudas y seres humanos empobrecidos.

El profeta Amos no tiene pelos en la lengua, condenando sus hechos de opresión:

Es fácil señalar a los demás cuando buscan la seguridad en dinero, en tierras, en opresión. Pero, ¿Dónde buscamos nosotros las seguridad?

En nuestra vida diaria, ¿buscamos la seguridad en dinero? ¿en nuestras conexiones con los poderosos, con los ricos, con los políticos?

¿Dónde buscamos la seguridad?

Como Jesús dijo en el evangelio, “No podemos servir a dos maestros. No podemos servir a Dios y al dinero”.

Si le creemos a Jesús, encontramos nuestra seguridad en el Reino de Dios que él predica.

2. Pero, si encontramos nuestra seguridad en Dios, ¿por qué estamos tan pasivos, tan acomodados? ¿Por qué no buscamos el Reino de Dios, haciendo las obras de Dios?

A veces pensamos que no podemos cambiar el mundo o que solamente los políticos pueden cambiar el mundo – usualmente para el peor. A veces pensamos que solamente vale rezar por los que gobiernan. Sí, tenemos que rezar por ellos para que podamos vivir tranquilamente. Pero, no basta.

Mira el administrador en la parábola. Él iba a perder su trabajo. Para evitar el trabajo duro o la mendicidad, el arregló las cuentas de los deudores de su jefe.

Jesús lo alaba – no por sus maquinaciones, sino por su iniciativa. No dejó todo a la suerte. No era fatalista. Tomó la iniciativa.

Y por eso, Jesús dice, “Los que pertenecen a este mundo son más hábiles que los que pertenecen a la luz”.

3. Y, por eso, la última pregunta, ¿qué hacer?

Primero, no digo que tenemos que engañar a los demás como el mal administrador. Tenemos que ser honestos, transparentes en todo lo hacemos.

Pero, tenemos que usar nuestras habilidades para vivir el Reino de Dios –

Pero no podemos hacerlo solos. Pero tenemos la promesa de Dios, o mejor, el ejemplo de Dios que se manifiesta en Jesús, Dios hecho hombre, que acompaña a los pobres, que vivía como un pobre, que consolaba a los enfermos – a veces sanándoles. Como dice el salmista:

El levanta del polvo al desvalido
y saca al indigente del estiércol
para hacerlo sentar entre los grandes…

Que alaben el Señor que exalta a los pobres.

En todo lo que hacemos, ¿mostramos la fuente de nuestra seguridad en un Dios que exalta a los pobres? o ¿buscamos la seguridad de los dioses de poder, dinero y lujuria?