Saturday, February 18, 2017

La revolución del amor al enemigo

"Ama a su enemigo"
Mateo 5, 38-38

Notas para una homilía
Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A

El 13 de mayo de 1981, Mehmet Ali Agca trató de asesinar al Papa San Juan Pablo II. Cuatro días después, de su cama en el hospital, el Papa dijo: "Rezo por el hermano que me ha disparado, a quien sinceramente he perdonado". Dos años después, el Papa lo visitó en la cárcel. En una sala privada, los dos hombres se sentaron frente a frente, cara a cara, el Papa agarrando la mano de su potencial asesino, y perdonándole.

El papa explicó:
“La verdadera paz no tiene que ver sólo con estructuras y mecanismos. Realmente sobre lo que descansa es sobre la adopción de un estilo de vida de coexistencia humana marcada por la aceptación mutua y la capacidad de perdonar de corazón. Todos necesitamos ser perdonados por otros, entonces todos debemos estar listos para perdonar. Pedir y dar perdón es algo de lo que cada uno de nosotros merecemos profundamente.” 

En el Sermón de la Montaña, en el evangelio de hoy, Jesús nos ofrece una nueva manera de responder a un opresor o enemigo – no con venganza u odio, sino con una respuesta creativa que podría cambiar una situación de conflicto o violencia.

Presentar la otra mejilla cuando alguien le pega en la derecha, no es un acto de pasividad. En el tiempo de Jesús pegar a la mejilla derecha era un insulto que usualmente solo dio a una persona inferior; presentando la otra mejilla, la persona abofeteada muestra al otro que es una persona con dignidad, igual al que lo pegó. Es una manera de cambiar la relación entre las dos personas, invitando al otro que lo respete con dignidad, un ser humano igual como él.

Amar al enemigo no es fácil. Pero, el perdón puede crear la posibilidad de un cambio de la persona que le ofendió. Jesús nos dio el ejemplo en la cruz, “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 24).

Amar a un enemigo no significa que aceptamos todo lo que hizo. Amar a un enemigo es querer el bien del otro, a veces es querer que cambie  su estilo de vida o cese una acción en contra de nosotros u otras personas.

Amar al enemigo puede ser un don a la otra persona, ofreciéndola la oportunidad de cambiar su vida. Regañándola o señalándola puede hacerla más defensiva; pero, amándola puede ser un camino al cambio y a la reconciliación.


En un ambiente de venganza o retribución, de un ojo por un ojo, perdonando al enemigo es un paso para preparar el camino para la verdadera reconciliación.

escultura de reconciliación, Coventry. Inglaterra