Saturday, February 10, 2018

JESÚS QUITA LA ENFERMEDAD Y LA MARGINACIÓN

Sexto domingo del tiempo ordinario, ciclo B
 Jornada Mundial de los enfermos
Marcos 1, 40-45

Materiales desarrollos para las comunidades de base en la diócesis de Santa Rosa de Copán

OBJETIVO: Entender como Jesús sanaba a los enfermos no solamente de su enfermedad, sino de la marginación que experimentan muchos enfermos.

ORACIÓN:
Dios de la vida, te presentamos todos los enfermos de nuestras familias y de nuestra comunidad. [En este momento, invita a todos a decir en voz alta los nombres de los enfermos.] Dales consuelo y salud y danos la valentía de atenderles con cariño, para que puedan sentir la presencia de Dios y de la comunidad en sus sufrimientos. Todo te pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

DESDE LA HISTORIA

La lepra es una enfermedad que deforma el cuerpo de los enfermos con la lepra. En siglos pasados fue considerado una enfermedad contagiosa y, por eso, mandaron a los leprosos a vivir en lugares afuera de la población. En las islas de Hawái en el océano pacifico, mandaron a los leprosos a vivir en la isla Molokai. Los dejaron sin ayuda, viviendo en la  miseria, sin atención. Los leprosos vivían allá muy descuidados hasta que llegó un sacerdote belga, Padre Damián de Veuster. Él fue a la isla y comenzó a ayudarles, con proyectos de salud e higiene, construyendo con ellos un iglesia, unas casas y un cementerio. El padre se contagió con la lepra, pero no se dejó su trabajo hasta su muerte, el 15 de abril de 1899.

Años después, Sor Mariana Cope, una monja franciscana de los Estados Unidos, migrante de Alemania, fue a ayudar a la isla, cuidando a los leprosos, incluyendo Padre Damián. Murió el l9 de agosto de 1918.

Los dos son santos de la iglesia que nos enseña la misión de visitar y ayudar a los enfermos. San Damián y Santa Mariana vieron a los leprosos como hijos e hijas de Dios y, por su trabajo pastoral y social, buscaron a infundir en ellos un sentido de autoestima y dignidad.

ILUMINACIÓN BÍBLICA 

En el tiempo de Jesús, una persona enferma de la lepra estaba marginado y su enfermedad inspiraba el temor. No pudo entrar a la ciudad sin dar noticia de su presencia para que la gente pueda evitar contacto. También, la lepra fue consideraba un castigo por un pecado de la persona. La persona con la lepra fue aislado de la sociedad y de la práctica de la religión. 

Pero, cuando un leproso se acercó a Jesús, pidiendo sanación, Jesús no detuvo de tocarlo. Según la ley judía, uno se hizo impuro tocando un leproso. Pero Jesús actúa con compasión. Jesús no tuvo miedo de contagiarse. Él quiso la sanación integral de la persona. Lo rescató de la marginación. También Él quiso mostrarnos que la enfermedad no es un castigo de Dios ni un resultado de un pecado.

Jesús le dijo a el hombre sanado que tuviera ir al sacerdote. El sacerdote judío tenía la autoridad de declarar una persona pura y reintegrar la persona en la comunidad. Como escribió Padre Gustavo Gutiérrez, OP, “Jesús no desea la marginación de las personas. Limpiando le cura el cuerpo físico y lo reincorpora al cuerpo social”.

Jesús quiso la salud, la salvación entera, de la persona que tuvo la lepra. Tenemos que buscar a sanar los enfermos y a aceptar a todos los marginados como hermanos y hermanas.

REFLEXIONEMOS
¿Quiénes son los “leprosos” de hoy en día, las personas que todos tratan de evadir? ¿Quiénes son las persona que inspira el temor en nosotros pero necesitan la compasión de Dios en sus vidas?

¿Y NOSOTROS QUÉ?
¿Cuáles son las personas enfermas en nuestra aldea o barrio que necesitan ayuda? ¿Han recibo visitas de miembros de nuestra comunidad? ¿Podemos arreglar una visita a los enfermos cada mes o más frecuentemente? ¿Qué podemos hacer para ayudarles?

ORACIÓN FINAL
El 11 de febrero, la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, es el día de los enfermos, porque muchos enfermos visitan Lourdes, Francia, pidiendo la curación. En 1858,  la Virgen María apareció a Santa Bernardita, una jovencita de 14 años. Cuando visitó a Lourdes en el año 2004, Papa San Juan Pablo II compartió una oración que escribió a Nuestra Señora de Lourdes. Terminamos nuestra reunión con una parte de su oración:
¡Dios te salve, María, mujer pobre y humilde,bendecida por el Altísimo!Virgen de la esperanza, profecía de los tiempos nuevos,nos asociamos a tu cántico de alabanzapara celebrar las misericordias del Señor,para anunciar la venida del Reinoy la liberación total del hombre. ¡Dios te salve, María, humilde esclava del Señor,gloriosa Madre de Cristo!
Virgen fiel, morada santa del Verbo,enséñanos a perseverar en la escucha de la Palabra,y a ser dóciles a la voz del Espíritu, atentos a sus sugerenciasen la intimidad de nuestra concienciay a sus manifestaciones en los acontecimientos de la historia. Santa María, Madre de los creyentesNuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros.

Sunday, February 4, 2018

La diaconía de la suegra y la nuestra


Notas para una homilía, quinto domingo del tiempo ordinario, ciclo B

Cuando estamos enfermos, en cama, muchas veces nos sentimos aislados, solos, sin ayuda – como escuchamos en las palabras de Job en la primera lectura.
“…se me han asignado noches de dolor… La noche se alarga y me canso de dar vueltas hasta que amanece. Mis días … se consumen sin esperanza”.
Hace nueve días fui a San Agustín para visitar a algunos enfermos y ancianos. Hay muchos enfermos allá y hay una sola ministra extraordinaria de la comunión para visitarles. Allá me encontré con una persona que vive sola, parcialmente paralizada, sin nadie que le ayude. Le pedí a la ministra que platique con el consejo comunitario de la iglesia para le lleven comida las comunidades de base – a lo menos varias veces por semana. Aunque no vi ninguna amargura en él, sentí que él se sentía solo.

En el evangelio, encontramos a Jesús. Saliendo de la sinagoga, entró en la casa de Simón y Andrés y allá se encontró con la suegra de Simón – en cama, con fiebre, casi muerta.
“Él se acercó, y tomándola de la mano, la levantó…”
La tocó. Él le tomó de la mano, un gesto de ternura. No la sanó de lejos. El toque de mano con mano – es lo que todos necesitamos, más que todo los enfermos, los aislados.

Pero, había más.
“y ella se puso a servirles”.
La palabra griega es “diaconar” -  διηκόνει αὐτοῖς. Ella es la sierva del pueblo - de Jesús y su familia. En ella veo el ministerio de la diaconía. Ella, como mujeres, se puso a servir a los demás.

Ella también sabía que su sanación le reintegró en la comunidad. Y, por eso, no se quedó sola. Tal vez ella había experimentado la soledad. Ahora sanada, quiere compartir con la familia y con Jesús.

La sanación que nos da Jesús nos llama a levantarnos y servir.
Todos nosotros estamos heridos, sentimos solos – de vez en cuando. Pero, el mensaje del evangelio tiene dos mensajes para nosotros.

1.     Jesús nos toca y nos sana, rescatándonos de la soledad.
2.     Pero, Jesús nos sana para que podamos ir, tocándoles a los enfermos, los hambrientos, los perdidos en la soledad o, aún, en el pecado.

Entonces, dejemos que Jesús nos toca para sanarnos como la suegra de Simón y, levantados de la cama, salgamos a servir.

Así sea.

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“Santa Clara fue de tanta humildad

que lavaba los pies a las hermanas
…y se los besaba.”