Notas para una homilía para la Vigilia de Pentecostés
Dolores, Copán, Honduras
Parroquia de Dulce Nombre de Copán
Génesis 11, 1-9
Éxodo 19, 3-8a.
16-20b
Ezequiel 37, 1-14
Joel 3, 1-5
Hechos 2, 1-11
Romanos 8, 22-27
Juan 7, 37-39
Esta noche estamos en
vigilia, esperando la venida del Espíritu Santo. Celebramos el día cuando Dios
mandó su Espíritu sobre los seguidores de Cristo, animándoles, creando de ellos
su comunidad, la Iglesia, el pueblo llamado por Dios. El Espíritu Santo es Dios
vivo y activo en el mundo. En Jesús Dios
irrumpió en los corazones humanos. En el Espíritu Santo, Dios sigue ardiendo en al corazón humano. El
Espíritu es el Amor de Dios para cada uno de nosotros. Es la presencia de amor,
de Dios, en mí y en la comunidad.
El Espíritu Santo,
según la secuencia
Lava lo que está manchado,
riega lo que es árido,
cura lo que está enfermo….
Doblega lo que es rígido,
calienta lo que es frío,
dirige lo que está extraviado.
Hay mucho en nuestra
mundo que necesita la presencia de Dios – que tiene que estar lavado, regado,
curado…
•Como escuchamos en la
primera lectura sobre la torre de Babel, estamos todavía divididos. Queremos
construir una torre, la torre de nuestra dominio sobre otros – haciéndonos como
dioses. Cuando no tenemos un sentido de Dios como nuestro Padre, es bastante fácil
crear divisiones entre personas y pueblos, tildando algunos “animales”.
•Como escuchamos en la
lectura del profeta Ezequiel, hay muchos huesos secos – personas sin animo, sin
vida, sin amor. Hay comunidades mediocres, sin una relación con la fuente de
Vida, Dios. Pero, Dios puede hacer de nuestros huesos secos unas personas y
comunidades de amor, de compasión, de ternura.
•Necesitamos el Espíritu,
como notó el profeta Joel, porque muchas veces nuestros ancianos no tienen
sueños, mirando la pobreza, la emigración de sus hijos y nietos, sufriendo los
muertos de sus amigas y familiares por
enfermedades y por asesinato. Muchas veces, también, tenemos jóvenes sin
visión, sin trabajo, buscando escapar de la situación de pobreza y desempleo
por alcohol o drogas o migrar.
•También, la tierra
gime – porque hemos explotado los recursos no para el bien de todos, sino para
nuestros propios intereses. La tierra gime por causa de la cultura del descarte
– usando los dones de Dios y tirándolos a la basura.
Pero frente a esto, mi pregunta
es ¿qué hace el Espíritu Santo? ¿quién es este Espíritu Santo?
En la Trinidad, hay
tres personas.
Cuando pensamos del
Hijo, imaginamos a Jesús porque tenemos el testimonio de sus primeros
discípulos – un hombre como nosotros, el Dios hecho carne.
Cuando pensamos del
Padre tenemos una imagen de un Padre bondadoso. Para mí, la imagen más fuerte
es del padre del hijo prodigo que sale al encontrar su hijo perdido.
Pero, cuando pensamos
del Espíritu Santo, estamos satisfecho con la imagen de una paloma. Pero, el
Espíritu es Dios, una persona – como el Padre y el Hijo.
El relato del evento de
Pentecostés en los Hechos de los Apóstoles puede ayudarnos de encontrar el
Espíritu.
Primero, los discípulos,
con María, estaban escondiéndose con miedo, rezando, esperando.
El derrame del Espíritu
coincidió con una celebración judía muy importante. Pentecostés es la
celebración de lo que escuchamos en la segunda lectura – Dios dándole al pueblo
Israel una nueva alianza, una nueva manera de vivir como pueblo, adorándole a
Dios y respetando todo el pueblo, especialmente los pobres – las viudas, los
huérfanos, el forastero.
Viento o Soplo
Dios sopló en su nariz de Adán un aliento de vida.
Sin el aire, no podemos vivir.
Dios se manifestó como un susurro con el profeta Elías.
Dios también se manifiesta en el estrépito del viento fuerte.
2 Tim 1, 6: Por eso te recuerdo que
avives el don de Dios que recibiste
Fuego
Mediocres, comunidades estancadas
El Espíritu es como Dios arde en el corazón humano, en el Pueblo
de Dios.
He venido a arrojar un
fuego sobre la tierra, ¡y cuánto desearía que ya hubiera prendido! (Lucas 12,
49)
Pero a veces hay solamente
chispas o brasas que no arden.
2 Tim 1, 6: Por eso te recuerdo que avives – que haces arder – el don de
Dios que recibiste.
Agua
En el Evangelio Jesús nos
dijo: «"El que tenga sed, venga a mí; y beba el
que cree en mí." Como dice la Escritura: "De su seno brotarán
manantiales de agua viva."»
Nos hace fuentes de
agua, fuentes de vida, fuentes de testimonio que Jesús está vivo. La muerte
está vencido.
Debemos ser como
viento, como fuego, como agua.
Reavivando el don del
Espíritu, el Dios de amor, en nuestras vidas, en nuestras comunidades y en
nuestra parroquia.