Friday, February 21, 2020

AMEN A SUS ENEMIGOS

Séptimo domingo del tiempo ordinario, Ciclo !
Levítico 19, 1-2. 17-18; Salmo 102,1-13; 1 Corintios 3, 16-23; Mateo 5, 38-48
Borrado de una homilía


"Sean santos".

"Sean perfectos".

"Amen a sus enemigos".

"Hagan el bien a los que los odian".

"Rueguen por los que los persiguen".

¿No estás hablando en serio, Señor?

Si.

¿Porque ame a mi enemigo?

Dios es santo; Dios es perfecto.

Imposible.

En una sociedad sin justicia, con impunidad, alguien tiene que hacer la justicia. El gobierno no la hace.

¿Es justicia? o ¿es venganza?

Pero, los que matan merecen ser matados.

¿No saben que ellos también son templos de Dios?

Pero, son asesinos.

¿Has hablado mal de tu vecino o has estado enojado con él?

¿No recuerdas el evangelio del domingo pasado?

¿Estás sin pecado?

No, todos nosotros son pecadores. Pero, hemos recibido el don de perdón de Dios. No te olvides que Dios nos ha perdonado.

Aun en la cruz, Jesús, el hijo de Dios, dijo, “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.

Es fácil olvidar que Dios nos ha perdonado.

Nuestro Dios es un Dios de compasión, de misericordia, de perdón. Y nos llama a perdonar.

En la oración que Jesús nos enseñó, oremos “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Y en el evangelio de hoy, Jesús nos dice: “Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”. En el evangelio de Lucas, Jesús dice: “Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes”. Yo pienso que la compasión es la perfección de Dios.

Pero, es difícil. No puedo perdonar.

Pero, no perdonar nos daña. La venganza, el deseo de dañar al otro, nos daña. Es como un cáncer.

Pero, no es posible acá.

Quiero asegurarle que es posible. Y lo he encontrado acá en nuestra parroquia.

Hace un poco más que un año un domingo fui a una aldea en otra parte de la parroquia. Como es mi costumbre, fui a visitar a los enfermos después de la celebración.

Visitando una mujer vieja ciega; platicamos un poquito y de repente ella comenzó a llorar. Me compartió la muerte violenta de un hijo hace cinco años. Después de rezando y dándole la Comunión, su nieto me contó el asesinato de su hermano hace ocho años por alguien en la aldea. Su padre, un delegado de la Palabra, y él había perdonado al asesino. Había un tipo de reconciliación entre el asesino y su padre, pero, no con él. Pero, él no guardaba ningún tipo de venganza o rencor contra el asesino o su familia. De hecho, iba a ir a inyectar (con medicina) a la madre del asesino de su hermano.

Él y su familia reconoció que la venganza, el rencor, no vale.

La violencia genera la violencia. Pero, esta familia dijo – La violencia se para aquí. Y les dijo porque recordaba la misericordia y perdón de Dios con ellos.

Pero, preferimos seguir con rencor y venganza.

No queremos dejar que Dios arranque la violencia de nuestras corazones.

No queremos quitarnos de las armas que son los instrumentos diabólicos de la muerte.

No queremos aceptar el perdón de Dios. No creemos en su misericordia.

Pero, Dios siempre nos busca – lleno de misericordia.

Monday, February 3, 2020

EL desafio de la Virgen de Suyapa


La Solemnidad de Nuestra Señora de Suyapa
La Patrona de Honduras

Borrador de una homilía den tiempos difíciles

Génesis 3, 9-15. 20
Romanos12, 9-16b
Juan 19, 25-27


¿Quién es la Virgen más guapa?
La virgen de Suyapa

Pero, yo tengo otra pregunta:
¿Quién es la Virgen más chiquita?
La Virgencita Suyapita.

Cuando algo me dijo el tamaño de la imagen de la virgen de Suyapa , me quedé sorprendido. Tan chiquita – más pequeña que mi dedo índice. Y cuando vi una foto de la virgen sin toda la plata, no vi la belleza de muchas imagines y muchos cuadros.

Tan pequeña, tan humilde, tan sencilla – como fue María de Nazaret.



Ella no refleja el poder del mundo – el poder de belleza lujosa, del dinero, del dominación, de auto-suficiencia. El refleja el poder del Dios verdadero.

Adán y Eva pecaron, pensando de ser como dioses, pero dioses falsos o de dominación, de poder, de control, de auto-suficiencia.

Pero, María refleja el Dios verdadero que encontramos. Es un Dios comunidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. No es un Dios que mira todo de afuera, sino un Dios Encarnado, Jesús. No es un Dios de dominación, de poder y  de violencia, sino un Dios vulnerable, quien se entregó hasta a muerte.

Y María es la servidora, la esclava del Señor. Ella dijo, “Hágase en mi según su palabra”. Ella sabe que la voluntad de Dios para nosotros es nuestra verdadera identidad. No tenemos que buscar la identidad que nos ofrecen el mundo de poder, de dominación, de placer, de auto-suficiencia, de la belleza lujosa. Nuestra identidad se encuentra buscando la voluntad de Dios para nosotros.

María la encontró su identidad, su santidad, como madre de Dios, un Dios nacido en la pobreza, un Dios que escoge a los pequeños, un Dios que anuncia las buenas nuevas a los pobres. Más aun, acompañando a Jesús, su Hijo, encontró un Dios que sufre con nosotros, que se entregó sin contar el gasto.

Y, al lado de la Cruz, María encontró otro papel – ser madre de la Iglesia, de nosotros. Porque de su trono en la Cruza, Jesús le dijo, “Mujer, ahí tienes tu hijo”.

Y la entregó al cuidado del discípulo amado – y a nosotros: “Allí tienes tu madre”.
Pero, ¿cómo podemos cuidarla a María como nuestra Madre?

¿Cómo  podemos vivir como hijas e hijas de María en un país atropellado por la corrupción, el crimen organizado, la impunidad y grandes divisiones políticos y sociales?
      ¿En un país donde los ancianos viven y mueren solos, sin ayuda?
¿En un país donde hay viudas no tienen dinero para sepultar sus maridos y a veces prestan dinero, poniéndose al riesgo de perder su casa?
¿En un país donde muchos jóvenes han perdido la esperanza de empleo, aun del sentido de vivir?
¿En un país donde muchas mujeres y niños y niños sufren la violencia y aun la violación?
¿En un país donde miles piensan que el único camino a salvarse es huir, arriesgándose en la búsqueda de un sueño, que a veces es una pesadilla?
¿En un país donde muchos sufren la pobreza y la miseria cuando unos pocos agarran la riqueza, pensando solamente en sus intereses?
¿En un país con tanta belleza y riquezas naturales, donde contaminamos la tierra?
¿En un país donde pensamos más del dinero y poder, dejando al lado los pobres?

Creo que la lectura de San Pablo a los Romanos puede darnos un guía:

      Que su caridad no sea una farsa;
Podemos decir que amamos unos a otros; pero, no respondemos a la vecina necesitada.
      aborrezcan lo malo y apéguense a lo bueno. 
Podemos decir que estamos en contra de la corrupción; pero, cuando podemos aprovecharnos de los frutos de la corrupción, no tenemos escrúpulos.
       Como buenos hermanos, sean cariñosos unos con otros,
En vez de ser cariños con otros, la violencia en contra de las mujeres y los niños crecen.
      estimando a los demás más que a uno mismo.
Pensamos que nosotros tienen más valor que otros, porque tenemos títulos, talentos,  o poder político o económico, y desprecian a los humildes.
      En la actividad, no sean descuidados;
            No hacemos nuestros trabajos con cuidado, pero solamente hacemos lo mínimo.
      en el espíritu, manténganse ardientes.
            Nos ponemos mediocres, haraganes.
      Sirvan constantemente al Señor.
            Nuestras oraciones y celebraciones se hacen sin el fervor de hijos e hija de Dios.
      Que la esperanza les tenga alegres:
Nuestras acciones y actitudes no reflejan la esperanza de nuevas posibilidades para nosotros y nuestro país.
      estén firmes en la tribulación, sean asiduos en la oración.  
      Contribuyan en las necesidades de los santos; practiquen la hospitalidad.  
No respondemos a los enfermos y aislados en nuestras comunidades.
      Bendigan a los que les persiguen; bendigan, sí, no maldigan.
            Pero, guardamos venganza y rencor
      Con los que ríen, estén alegres; con los que lloran, lloren.
            No compartimos los gozos y las aflicciones de los demás.
      Tengan igualdad de trato unos con otros:
            Pero hay favoritismo, no escuchándolos que no son como nosotros.
      no tengan grandes pretensiones,
            Pensamos que somos mejores de los demás
      sino pónganse al nivel de la gente humilde.
Pero queremos tener más en vez de ser más humanos, poniéndonos, como María al servicio del Señor y los demás.

Perdóname si estoy duro y brusco, pero el pueblo hondureño merece más y es capaz de hacerlo. Si María, la Virgen de Suyapa, es nuestra patrona, debemos ponernos al servicio de Dios como ella,

Santa María, Virgen de Suyapa, intercede por nosotros, para que seamos un pueblo santo, un pueblo cariño, un país lleno de amor, de perdón, de reconciliación.