Saturday, January 28, 2023

Ser bienaventurados, dichosos

Notas para una homilía 
cuarto domingo del tiempo ordinario, ciclo A 
  Sofonías 2, 3; 3, 12-13 
2 Corintios 1, 26-31 
Mateo 5, 1-12a 

 Entre Plan Grande y San Agustín, he visto diez rótulos con los diez mandamientos. También, he visto los rótulos en otros lugares, incluyendo la carretera internacional antes de La Entrada. No sé quiénes los pusieron. Está bueno. 

Pero, tengo una pregunta. ¿Por qué no han puesto rótulos con las bienaventuranzas que acabamos de escuchar en el evangelio?

Las bienaventuranzas y las otras enseñanzas de Jesús que encontramos en capítulos cinco y seis del evangelio según san Mateo son como la Magna Carta de nuestra fe. Nos muestran como ser seguidores de Cristo, viviendo los valores del Reino de Dios.

Pero ¿quiénes son el pueblo de Dios? Como dijo el profeta Sofonias, los humildes y los que buscan la justicia:
“Busquen al Señor, ustedes los humildes de la tierra, los que cumplen los .mandamientos de Dios. Busquen la justicia, busquen la humildad”.
Yo creo que no hemos puesto rótulos de las bienaventuranzas porque son tan fuertes que nos acusaron de ser revolucionarios – no de tipo violento sino de los que quieren cambiar al mundo. 
  • "Dichosos los pobres de espíritu…” – no los ricos, los que acaparan los bienes del mundo, sino los que saben compartir. 
  • “Dichosos los que lloran” – no los no miran las lágrimas de tanta gente, sino nosotros cuando compartimos con los que sufren, que lloran. 
  •  "Dichosos los sufridos – o, mejor, los humildes" – no los que quieren la fama, que quieren estar encima de los demás, sino los que reconocer comparten su dignidad con todos los pequeños del mundo. 
  • "Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia" – no los que tratan de hacer leyes para beneficiar a sí mismos o manipular leyes para quedarse en poder sino los que luchan por la justicia. 
  • "Dichosos los misericordiosos" – no los sin empatía, que piensan solo en sí mismos y no pueden ver el sufrimiento de los al su alrededor – sino los que responden con amor a las necesidades de sus prójimos. 
  • "Dichosos los limpios de corazón" – no los que buscan el placer sobre todo o que utilizan a los demás para su propio poder, sino los que respetan a los demás especialmente las mujeres, los niños, los ancianos y los pobres.
  • "Dichosos los que trabajan por la paz" – no los que levantan quejas solamente para ganarse de los demás o guardar venganzas, sino los que buscan la reconciliación y la verdadera paz que es fruto de la justicia. 
  • "Dichosos los perseguidos por causa de la justicia", - no los que gritan por la justicia, pero no hacen nada en favor de los marginados y descartados – sino los que luchan por la paz y la justicia. 
  • "Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía", – no los que buscan el aplauso de la gente. (Los campesinos luchando por la tierra en el Aguan o los que quieren preservar sus territorios antes los que acaparan tierra, aun cementerios, en busca del dios oro.) 

El camino del Señor es muy diferente – como San Pablo escribió a los corintios, una comunidad cómoda.
Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo, para humillar a los sabios; a los débiles del mundo, para avergonzar a los fuertes; a los insignificantes y despreciados del mundo, es decir, a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que valen; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios.
No podemos presumir delante de Dios – pero podemos responder a la gracia y el amor de Dios haciendo de las bienaventuranzas la regla de nuestras vidas: 
  • pobres en espíritu, compartiendo con los pobres 
  • llorando con los que sufren 
  • humildes, reconociendo la dignidad de ser pequeños en el Reino de Dios 
  • hambrientes de la justicia, luchando con los empobrecidos de la tierra 
  • misericordiosos, al lado de los enfermos, 
  • los despreciados, los descartados
  • limpios de corazón, respetando a todos 
  •  trabajando por la paz, buscando crear puentes en vez de muros 
  • perseguidos por la causa de la justicia, sin temor de ofender los ricos y poderosos del mundo 
Si tratamos de seguir a Jesús en esta manera, aunque fallamos mucho, Dios nos dará la verdadera alegría de ser sus hijas e hijos, constructores con Él del Reino del amor, justicia y paz. Dichosos seremos.