Saturday, November 19, 2022

Convocatorio de la fiesta de Cristo Rey 2022

Padre Germán, el párroco de Dulce Nombre de María, me ha pedido prepara una reflexión para el inicio de la procesión en la fiesta de Cristo Rey. Aquí es un borrador.

    Hoy celebramos la solemnidad del Nuestro Señor Jesucristo, rey del universo, iniciando con nuestra procesión en las calles de Dulce Nombre. Pero, si somos fieles a Cristo Jesús, nuestra celebración debe ir a contracorriente. 

OTRO TIPO DE REY 

Si Jesús es rey, es un rey que no tiene ninguna semejanza a todos los otros reyes del mundo ni de la historia.

Recuerda su gran procesión, entrando en Jerusalén,
  • no en un caballo de guerra, sino montado en un burro, la bestia del trabajo, de los pobres, 
  • no con una banda de guerra, sino con los cantos y gritos del pueblo, 
  • con humildad y sencillez 
No vino con las armas de guerra; 
no vino para vencer, matando a sus enemigos; 
no vino para destruir la ciudad. 
    Sino lamentó que la ciudad no sabía el camino a la paz. 

Los reyes, los gobernantes, muchas veces entran con un montón de policía y militares, rodeados por guardes de espalda fuertemente armados, provocando miedo en los ciudadanos, determinados de deshacerse de todos los en contra de ellos. Su reino es un reino de miedo, sustenido por la violencia y la opresión.

Otros gobernantes vienen prometiendo la vida buena, fácil, sin costo – si la gente los obedece y apoya sus políticas. 

Pero, también, recuerda el trono de este rey, Cristo Jesús. Su trono es la cruz. No lleva una corona de oro y joyas, sino una corona de espinas.
No llamó a sus seguidores a la insurrección, sino les mandó a quitar las armas, porque “quien usa la espada, a espada morirá”. 

Y ¿alrededor de su trono? Fue abandonado por sus amigos; solo su madre, algunas mujeres y su discípulo amado se atrevieron a estar junto a la cruz. 

Pero, las autoridades religiosas y los soldados del gobierno romano se burlaron de él. Abandonado, desnudo, impotente, la víctima vence.

Y Jesús se pone al lado de todas las víctimas, los sufridos del mundo. 

No se viste con vestiduras del oro y rojo, sino es un rey desnudo.

No lleva las armas de guerra, sino sufre como nosotros.

No busca la violencia, sino perdona a sus verdugos

No se avergüenza de estar al lado de pecadores, sino promete el paraíso al ladrón, al revolucionario, crucificado con él. 

Este es el rey que celebramos hoy. 

EL REY SIERVO, ENTREGADO, AMOR

Jesucristo es el rey que nos salva y que salva el mundo, que hace maravillas. 

 El papa Francisco, hace cuatro años (20 noviembre 2016), dijo:
El «Mesías de Dios», el «Elegido», el «Rey» (Cfr. Lc 23, 35 y 37) se muestra sin poder y sin gloria. Está en la cruz, donde parece más un «vencido» que un «vencedor»… Su realeza es paradójica: verdaderamente el Reino de Jesús «no es de este mundo» (Jn 18, 36).… Sólo este amor ha vencido y sigue venciendo a nuestros grandes adversarios: el pecado, la muerte y el miedo…
La maravilla es que la muerte, la destrucción, las armas, la violencia, la venganza no tienen poder frente al amor de Dios, manifestado en la vida, la muerte y la resurrección de Cristo Jesús. 

La victoria de Cristo no se logra con violencia, poder, dominación, sino con la entrega de amor.

El Papa Francisco, hablando con los obispos de México, dijo
Ante todo, la «Virgen Morenita» nos enseña que la única fuerza capaz de conquistar el corazón de los hombres es la ternura de Dios. Aquello que encanta y atrae, aquello que doblega y vence, aquello que abre y desencadena no es la fuerza de los instrumentos o la dureza de la ley, sino la debilidad omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su dulzura y la promesa irreversible de su misericordia.
En la noche antes de su muerte, Jesús nos mostró la verdadera realeza – el rey servidor que lava los pies de sus discípulos, que se hace como un mozo que limpia los pies sucios de los invitados al banquete de la Pascua. 

  ¿Y NOSOTROS? 

 En nuestro bautismo estamos injertados en el Cuerpo de Cristo Jesús. Somos consagrados por el santo crisma, “para que [entremos] a formar parte de su pueblo y que [seamos] siempre miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey". 

 Luchamos con las armas del amor, de la ternura, del perdón, de la misericordia, No dejando al lado nuestra dignidad, sino mostrando nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios llamando al otro a no dejar su dignidad al lado, usando la violencia, las armas, el poder, para dominar. 

El poder de Jesús, crucificado y resucitado es en las palabras del Papa Francisco, “la debilidad omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su dulzura y la promesa irreversible de su misericordia”. 

Propongo tres palabras para describir Jesús el verdadero rey: 
  • El Siervo
  • Que se entregó hasta la muerte
  • Mostrándonos la fuerza de amor. 
Así debemos ser – servidores, entregados a Dios y a los demás con un amor abierto a todos, sobre todo a los más necesitados y descartados. Somos servidores.

La tentación es dura – buscar el poder, como hicieron los hijos de Zebedeo, buscar sentar a la derecha y la izquierda de Jesús cuando estaba en la gloria de su reino. O, como los otros discípulos , enojándose cuando escucharon las pedidas de Santiago y Juan.
“Jesús los llamó y les dijo: ‘Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos, y el que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos. Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre’”.
Todos, más que todo nosotros que sirven en la iglesia, no somos más que servidores, mozos. 

También, hay la tentación de buscar el rescate de los poderosos de este mundo, no responsabilizándonos por nuestros vecinos, no realizando la fuerza de ayuda mutua cristiana.

El mensaje del Cristo Rey-Servidor es duro para todos – obispos, sacerdotes, diáconos, delegados de la Palabra, ministros extraordinarios de la Comunión, catequistas – y para todos los seguidores de Cristo. 

Si somos cristianos de verdad, y no solamente de nombre, nuestra vocación es servir en todo. Como decían los obispos del Concilio Vaticano segundo, Gaudium et Spes 3:
“No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido”.
No es fácil – pero somos seguidores de Cristo, el rey servidor, que dio su vida – sirviendo a los demás, sanando a los enfermos, comiendo con pecadores, Su gracia nos da fuerza para la misión. 

¡Que segamos al Cristo Rey en la procesión hoy, recordando que Él es un Rey crucificado, entregado, servidor, el amor del Padre para todos nosotros, acompañándonos en el camino de santidad en la vida cotidiano, compartiendo la ternura y el amor de Dios con todos!