La Transfiguración
Segundo Domingo de Cuaresma - Ciclo C
Génesis 15, 5-12. 17-18; Filipenses 3, 17 - 4,1; Lucas 9, 28-36
Notas para una homilía.
En medio de las angustias y sufrimientos de la
vida, a veces es difícil reconocer la presencia de Dios con nosotros. A veces
queremos que Dios se nos manifieste en sucesos espectaculares, en lo fantástico, lo asombroso – como Abram experimentó. Otras veces queremos un Dios que nos
rescate de los sufrimientos, un salvador mundano que hace milagros y no sufre.
Los apóstoles de Jesús fueron desanimados – e iban a encontrar algo
más alarmante – la pasión y muerte de Jesús en la cruz. También no reconocían a Jesús como Dios hecho hombre.
Entonces, Jesús los tomó “a una montaña para orar”. Pero, ellos iban a ver algo que los debería
haber cambiado: Jesús transfigurado, con Moisés y Elías.
Hay dos aspectos de la transfiguración – la
identidad de Jesús está revelado como Hijo de Dios: “Este es mi Hijo elegido”;
la cruz como instrumento de salvación: “hablaban
de la muerte que le esperaba en Jerusalén”.
Jesús es Dios hecho hombre – pero no un Dios que
nos salva con la fuerza de armas o violencia, sino un Dios que sufre, entregándose
hasta la cruz.
Pero, a veces vivimos como “enemigos de la cruz”, esperando un dios desencarnado.
La mensaje de la voz dela nube: “Escúchenlo”,
aunque Jesús camina con ustedes sin señales de la gloria. Escúchenlo, reconociéndolo
– abiertos a los vislumbres de Dios en la vida cotidiana,
Escuchándolo, podemos ser transfigurado - no solamente en nuestro espíritu, sino también
en nuestro cuerpo. Como San Pablo escribió: “ciudadanos del cielo”; “Él transformará nuestro
cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, como suyo…”.
Dios quiere nuestra transformación, nuestra transfiguración
– y la transformación de nuestro mundo.
Pero, en las palabras de un himno salvadoreño, que
San Óscar Romero citó en su última homilía dominical,
Ahora, Señor, podrás ser
tú glorificado
tal como antes allá en el
monte Tabor,
cuando tú veas a este
pueblo transformado
y haya vida y libertad en
El Salvador.
Pero los dioses del poder
y del dinero
se oponen a que haya
transfiguración.
Por eso ahora vos, Señor,
sos el primero
en levantar tu brazo
contra la opresión.
Entonces, la transfiguración nos ofrece un signo
de esperanza, pero una esperanza que nos llama a la conversión. El mensaje de la
cuaresma es “Conviértete”. El primero
paso de la conversión es lo que Dios dijo en el monte de la transfiguración: “Este
es mi Hijo elegido. Escúchenlo”. Reconózcalo
– Escúchalo. Y sígalo hasta la cruz.