"Ama a su enemigo"
Mateo 5, 38-38
Notas para
una homilía
Séptimo
Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A
El 13 de mayo de 1981, Mehmet Ali Agca trató de asesinar al Papa San Juan
Pablo II. Cuatro días después, de su cama en el hospital, el Papa dijo: "Rezo
por el hermano que me ha disparado, a quien sinceramente he perdonado". Dos
años después, el Papa lo visitó en la cárcel. En una sala privada, los dos
hombres se sentaron frente a frente, cara a cara, el Papa agarrando la mano de
su potencial asesino, y perdonándole.
El papa explicó:
“La verdadera paz no tiene que ver sólo con estructuras y
mecanismos. Realmente sobre lo que descansa es sobre la adopción de un
estilo de vida de coexistencia humana marcada por la aceptación mutua y la
capacidad de perdonar de corazón. Todos necesitamos ser perdonados por
otros, entonces todos debemos estar listos para perdonar. Pedir y dar
perdón es algo de lo que cada uno de nosotros merecemos profundamente.”
En el Sermón de la Montaña, en el evangelio de hoy, Jesús nos ofrece una
nueva manera de responder a un opresor o enemigo – no con venganza u odio, sino
con una respuesta creativa que podría cambiar una situación de conflicto o
violencia.
Presentar la otra mejilla cuando alguien le pega en la derecha, no es un
acto de pasividad. En el tiempo de Jesús pegar a la mejilla derecha era un
insulto que usualmente solo dio a una persona inferior; presentando la otra
mejilla, la persona abofeteada muestra al otro que es una persona con dignidad,
igual al que lo pegó. Es una manera de cambiar la relación entre las dos
personas, invitando al otro que lo respete con dignidad, un ser humano igual como
él.
Amar al enemigo no es fácil. Pero, el perdón puede crear la posibilidad
de un cambio de la persona que le ofendió. Jesús nos dio el ejemplo en la cruz,
“Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 24).
Amar a un enemigo no significa que aceptamos todo lo que hizo. Amar a un
enemigo es querer el bien del otro, a veces es querer que cambie su estilo de vida o cese una acción en contra
de nosotros u otras personas.
Amar al enemigo puede ser un don a la otra persona, ofreciéndola la
oportunidad de cambiar su vida. Regañándola o señalándola puede hacerla más
defensiva; pero, amándola puede ser un camino al cambio y a la reconciliación.
En un ambiente de
venganza o retribución, de un ojo por un ojo, perdonando al enemigo es un paso
para preparar el camino para la verdadera reconciliación.
escultura de reconciliación, Coventry. Inglaterra |