Génesis 2, 7-9; 3, 1-7
Mateo 4, 1-11
Borrador de una homilía para el primer domingo de cuaresma, ciclo A
“serán como dioses”
Génesis 3.5
“Si tú eres el Hijo de Dios…”
Mateo 4. 6
La tentación es una
parte de la vida humana – aún Jesús, Dios hecho hombre, fue tentado en el
desierto.
Satanás, el que
impide, siempre busca una manera de socavar nuestro destino – Dios. Recuerda lo
que escribió San Agustín: “…nos creaste para ti y
nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti…”
Adán y Eva tenían todo lo que necesitaban en el jardín – incluyendo la presencia de Dios.
Caminaban con Dios, dice las escrituras, a veces a la hora de la brisa de la
tarde”.
Pero, para ellos, no era
suficiente de descansar y caminar con Dios. Quisieron ser como dioses, con poder, acaparando
a la creación, dominando.
Adán y Eva
negaron su propia humanidad – hecha en la imagen de un Dios bondadosa.
¿Cuántas veces
queremos controlar a la creación, a las otras personas, aún a Dios – haciéndole
a Dios en nuestra imagen?
Jesús también fue
tentado, no en un jardín, sino en el desierto. Satanás llegó, ofreciéndole control,
dominación, poder. En una manera, Jesús estaba tentado de negar su humanidad.
Jesús es Dios
hecho hombre. Jesús fue al desierto después de su bautismo en el Jordán por
Juan el Bautista. En el desierto contemplaba su misión.
Satanás ofrece
una visión de la misión que niega la humanidad suya – el sufrimiento, el rechazo, la
impotencia.
Como muchos judíos de su tiempo,
a veces queremos un Dios todopoderoso, que no sufre, que no está rechazado, que
tiene todo el poder del mundo.
Pero Jesús no cayó
en la tentación. Reconocía su humanidad, sin negar su divinidad. Nos muestra un
Dios que sufre con nosotros, que no se calla para evitar estar rechazado, que
no usa la fuerza o la violencia para atraer la gente.
Nos da la fuerza
para resistir la tentación.
¿Cuáles son
nuestras tentaciones?
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