La Solemnidad de Todos Los Santos
Homilía en el campo santo de Oromilaca,
Santa Rosa de Copán, Honduras
Apocalipsis 7, 2-4.
9-14
1 Juan 3, 1-3
Mateo 5, 1-10
Celebramos hoy y mañana – la comunión de los santos, los llamados por su
bautismo de ser santos – de manifestar la santidad de Dios.
Los santos nos muestran el amor de Dios – en diferente maneras. Ningún
santo es una copia del otro. Cada uno en su manera ha vivido la santidad de
Dios.
Las bienaventuranzas que hemos escuchado en el evangelio de hoy, nos enseña
como vivir – felices y santos. Nos muestra como es Dios. No son meramente sugerencias.
Son las pistas de la vida en Cristo.
Hay santos que son “pobres de espíritu” –
como San Francisco y Santa Clara.
Hay santo que son “mansos” – como San
Martín de Porres y Santa Rosa de Lima
Hay santos que han llorado – como Santa Mónica,
llorando por la conversión de su hijo, Agustín
Hay santos que han tenido hambre y sed de
justicia, como el santo obispo, San Óscar Romero.
Hay santos que han mostrado la
misericordia de Dios, como Santa Madre Teresa de Calcuta.
Hay santos que han dado sus vidas, perseguidos por
la causa de justicia, como San Maximiliano Kolbe y los beatos fray Tulio
Marruzo y Luis Obdulio Navarro, mártires de Guatemala.
Y hay muchas
personas más, que no han sido
reconocidos por la iglesia, pero nos han mostrado el amor, la santidad de Dios.
Hoy estamos “rodeados
de una nube tan grande de testigos” – que nos inspiran e interceden por
nosotros ante Dios.
Pero, hoy,
estamos rodeados por los sepulcros de los que han pasado de este mundo, nuestros
seres queridos, los fieles difuntos. En sus vidas, habían – como en las
nuestras – momentos de pecado y momentos de gracia. Han manifestado el amor de
Dios, tal vez a medias – y, entonces, necesitan la purificación del amor de
Dios y nuestras oraciones.
Rezamos por ellos para que ellos pueden experimentar al Dios, con su amor,
cara a cara.
Recordamos que somos hijos de Dios, pero “aún
no se ha manifestado cómo seremos al fin”. Estamos acá rezando por los fieles
difuntos, esperando que Dios los purifique.
“Todo el que tenga puesta en Dios esta esperanza,
se purifica a sí mismo para ser tan puro como Él”.
Finalmente, nosotros, miembros de la
comunión de santos, estamos llamados de
ser santos.
Pero hay una tentación de ver los santos como super-héroes, pero el Papa Francisco
nos recuerda de reconocer “los santos de la puerta de al lado,” los personas
santas que nos muestra la santidad en la vida cotidiana – cuidando a los niños,
sembrando frijol, estudiando en la escuela, haciendo tortillas, construyendo
casas y familias.
En Gaudete et exsultate, el
papa escribió:
7. Me gusta ver la santidad en el pueblo
de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos
hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos,
en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir
adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas
veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de
nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión,
«la clase media de la santidad».
8. Dejémonos estimular por los signos de
santidad que el Señor nos presenta a través de los más humildes miembros de ese
pueblo que «participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su
testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad».
Hoy celebramos el misterio de la comunión de los santos – los que viven
completamente con Dios en el cielo, los fieles difuntos que todavía necesitan
el amor purificante de Dios, y nosotros, aquí, viviendo en la tierra con todas
las tentaciones pero también con toda la gracia que Dios nos ofrece cada día.
El mensaje para nosotros: SER SANTOS, mirando e imitando las vidas de los santos
y rezando por los que han fallecido – para que todos podamos disfrutar el amor
de Dios en la plenitud de su Reino – en la tierra como en el cielo.