Quinto Domingo Tiempo Ordinario Ciclo B
...se puso a servirles
borrador de una homilia
Job 7, 1-4. 6-7
Salmo 146, 1. 3. 4-5. 6-7
1 Corintios 9, 16-19. 22-23
Marcos 1, 29-39
Como atendemos a los enfermos dice mucho de que somos – personalmente, como comunidad y como iglesia.
Yo he visto familias que cuidan a los enfermos y ancianos con mucho cariño, atendiendo a sus necesidades – dándoles a comer, lavándolos, cambiando pañales y más. Conozco a personas que han dedicado su tiempo para cuidar un familiar – un joven en una aldea, una mujer con su esposo medio-paralizado, una nuera con su suegro de más de noventa años. Me siento humillado mirando su cuidado, su entrega al enfermo. Estas familias, sirviendo al enfermo, son signos de la presencia del Reino de Dios en el mundo.
Pero, también hay ancianos y enfermos que están abandonados por sus hijos, sus familiares, sus vecinos. Es una lastima encontrar a una persona abandonada.
Pero ¿Qué hace Jesús?
Saliendo de la sinagoga, donde él había expulsado un espíritu inmundo, dejando un hombre sano y salvo, entra la casa de Simón y Andrés.
La suegra de Pedro no puede atenderlos porque está en la cama con una fiebre – enferma.
Acercarse a un enfermo no es siempre fácil – a veces la persona enferma no puede controlar sus funciones corporales y hay un olor tremendo. También, la vulnerabilidad del enfermo nos recuerda de nuestra enfermedad. Recordamos que no somos invulnerables: también, nosotros sufrimos, tenemos enfermedades, vamos a morir.
Sentimos nuestra incompetencia, no podemos resolver todo en un minuto o como queremos.
Tenemos que recordar que nos necesitamos unos a otros.
“La experiencia de la enfermedad hace que sintamos nuestra propia vulnerabilidad y, al mismo tiempo, la necesidad innata del otro”. (Papa Francisco, "Mensaje para la XXIX Jornada Mundial del Enfermo")
Pero ¿que hace Jesús?
Su primer paso: “Se acercó a ella”.
“La cercanía, de hecho, es un bálsamo muy valioso, que brinda apoyo y consuelo a quien sufre en la enfermedad”. (Papa Francisco, ibid.)
La tomó de la mano y la levantó. La fiebre se fue.
Pero, ¿Qué hizo la suegra, ahora sanada?
Se puso a servir – la palabra en griego es diaconar - καὶ διηκόνει αὐτοῖς.
Creo que este es bien importante.
Dios nos cura, nos perdona, se nos acerca para que podamos vivir su Reino, no quedándonos aislados.
Dios nos cura para restaurarnos a la sociedad. Y nos da una misión – ser como él.
Acabamos de bautizarle a Yenifer antes de la Misa y después fue ungida por el santo crisma en Cristo, “sacerdote, profeta, rey” – pero, Jesús es un rey servidor.
Todos nosotros como bautizados tienen la misión de servir – signos del Cristo el Siervo.
Sanados, perdonados, Dios nos da la gracia para servir.
Que seamos como Jesús - y como la suegra de Pedro. Como escribió el Papa Francisco:
“El mandamiento del amor, que Jesús dejó a sus discípulos, también encuentra una realización concreta en la relación con los enfermos. Una sociedad es tanto más humana cuanto más sabe cuidar a sus miembros frágiles y que más sufren, y sabe hacerlo con eficiencia animada por el amor fraterno. Caminemos hacia esta meta, procurando que nadie se quede solo, que nadie se sienta excluido ni abandonado”. (Papa Francisco, ibid.)