Sunday, April 16, 2023

Tocar las llagas - Domingo de la Misericordia

2 Domingo de la pascua o de la Misericordia 
ciclo A 
16 de abril de 2023 

 Hechos de los Apóstoles 2, 42-47 
1 Pedro 1, 3-9
Juan 20, 19-31 

Borrador de una homilía 



El Señor resucitó. Y los apóstoles no creyeron. Reunieron con puertas cerradas, por miedo. 

Y Jesús pasó por las puertas cerradas, como siempre, y “les mostró las manos y el costado” Miren mis llagas, mis heridas, dice. 

Toquen las heridas. 

 Tomás no estaba con ellos esta noche. 

A veces platicamos de Tomás como el que dudaba, pero creo que es importante reconocer Tomás como el que profesó Jesús “Señor mio y Dios mio”. 

Cuando entra, Jesús dice a Tomás – “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Jesús le invitó a tocar las heridas, las llagas.

Acabo de leer un libro de un sacerdote checo, psicólogo, sociólogo, teólogo, Tomás Halik, que fue ordenado clandestinamente cuando los comunistas gobernaba su país – tocar las heridas. 

Cristo nos invita a tocar sus heridas, porque “la ‘puerta para los Tomases dudosos’ es la puerta de las heridas” (Halik).

Pero, para nosotros ¿dónde encontramos las heridas de Cristo? 

“Jesús estaba identificado con todos los pequeños que sufren. En otras palabras, todas las heridas dolorosas y toda la miseria humana en el mundo son las heridas de Cristo” (Halik). Recuerda como Jesús se identifica con los vulnerables en el juicio final del Mateo 25.

Para citar a Padre Tomás Halik: 

La humanidad es una condición para vivir una fe auténtica. Y él todavía dice: "No puedo creer hasta que no toco las heridas, el sufrimiento del mundo, porque todas las heridas dolorosas, todas las miserias del mundo y de la humanidad son las heridas de Cristo. No tengo derecho a confesar a Dios si no lo tomo en serio el sufrimiento de mi prójimo. Esa fe que quisiera cerrar los ojos ante el sufrimiento de la gente, es sólo una ilusión". La fe nace y renace solo de las heridas de Cristo crucificado y resucitado, visto y tocado en las heridas de la humanidad. Sólo una fe herida es creíble. (Halik, citado por Cardenal Tagle) 

Hay que tocar las heridas de Cristo, incluyendo las heridas del Cristo sufriendo en nuestros hermanos y hermanas y aún nuestras propias heridas. 

Si tocamos las heridas, vamos a hacernos como la comunidad cristiana de la primera lectura, viviendo en comunidad fraternal, orando y reuniendo para la fracción del pan. Y más, vamos a tener todo en común, con ningún pobre entre nosotros, porque hemos hecho el sufrimiento de lo demás lo nuestro. partiendo la pan en la mesa de nuestras casas.

Pero ¿cómo hacerlo, como tocar las llagas del Cristo, del prójimo y nosotros mismos? Una oración de Sant Faustina Kowalska de su diario del año 1937, nos muestra como tocar las llagas de Cristo, del prójimo, y de nosotros. Recen la oración conmigo.
Deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, oh Señor. Que este más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo. 
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla. 
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos. 
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos. 
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas. 
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo. 
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Y yo mismo me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportará mis propios sufrimientos en silencio. 
Que tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí.
Así rezaba Santa Faustina. 

Entonces, ayúdanos ser misericordiosos como Tú, Señor, tocando tus llagas, y las llagas y heridas de todos nuestros prójimos y aún nuestras propias llagas. 

¿Por qué?

Por tus llagas nos salvas y sanas.




Saturday, January 28, 2023

Ser bienaventurados, dichosos

Notas para una homilía 
cuarto domingo del tiempo ordinario, ciclo A 
  Sofonías 2, 3; 3, 12-13 
2 Corintios 1, 26-31 
Mateo 5, 1-12a 

 Entre Plan Grande y San Agustín, he visto diez rótulos con los diez mandamientos. También, he visto los rótulos en otros lugares, incluyendo la carretera internacional antes de La Entrada. No sé quiénes los pusieron. Está bueno. 

Pero, tengo una pregunta. ¿Por qué no han puesto rótulos con las bienaventuranzas que acabamos de escuchar en el evangelio?

Las bienaventuranzas y las otras enseñanzas de Jesús que encontramos en capítulos cinco y seis del evangelio según san Mateo son como la Magna Carta de nuestra fe. Nos muestran como ser seguidores de Cristo, viviendo los valores del Reino de Dios.

Pero ¿quiénes son el pueblo de Dios? Como dijo el profeta Sofonias, los humildes y los que buscan la justicia:
“Busquen al Señor, ustedes los humildes de la tierra, los que cumplen los .mandamientos de Dios. Busquen la justicia, busquen la humildad”.
Yo creo que no hemos puesto rótulos de las bienaventuranzas porque son tan fuertes que nos acusaron de ser revolucionarios – no de tipo violento sino de los que quieren cambiar al mundo. 
  • "Dichosos los pobres de espíritu…” – no los ricos, los que acaparan los bienes del mundo, sino los que saben compartir. 
  • “Dichosos los que lloran” – no los no miran las lágrimas de tanta gente, sino nosotros cuando compartimos con los que sufren, que lloran. 
  •  "Dichosos los sufridos – o, mejor, los humildes" – no los que quieren la fama, que quieren estar encima de los demás, sino los que reconocer comparten su dignidad con todos los pequeños del mundo. 
  • "Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia" – no los que tratan de hacer leyes para beneficiar a sí mismos o manipular leyes para quedarse en poder sino los que luchan por la justicia. 
  • "Dichosos los misericordiosos" – no los sin empatía, que piensan solo en sí mismos y no pueden ver el sufrimiento de los al su alrededor – sino los que responden con amor a las necesidades de sus prójimos. 
  • "Dichosos los limpios de corazón" – no los que buscan el placer sobre todo o que utilizan a los demás para su propio poder, sino los que respetan a los demás especialmente las mujeres, los niños, los ancianos y los pobres.
  • "Dichosos los que trabajan por la paz" – no los que levantan quejas solamente para ganarse de los demás o guardar venganzas, sino los que buscan la reconciliación y la verdadera paz que es fruto de la justicia. 
  • "Dichosos los perseguidos por causa de la justicia", - no los que gritan por la justicia, pero no hacen nada en favor de los marginados y descartados – sino los que luchan por la paz y la justicia. 
  • "Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía", – no los que buscan el aplauso de la gente. (Los campesinos luchando por la tierra en el Aguan o los que quieren preservar sus territorios antes los que acaparan tierra, aun cementerios, en busca del dios oro.) 

El camino del Señor es muy diferente – como San Pablo escribió a los corintios, una comunidad cómoda.
Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo, para humillar a los sabios; a los débiles del mundo, para avergonzar a los fuertes; a los insignificantes y despreciados del mundo, es decir, a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que valen; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios.
No podemos presumir delante de Dios – pero podemos responder a la gracia y el amor de Dios haciendo de las bienaventuranzas la regla de nuestras vidas: 
  • pobres en espíritu, compartiendo con los pobres 
  • llorando con los que sufren 
  • humildes, reconociendo la dignidad de ser pequeños en el Reino de Dios 
  • hambrientes de la justicia, luchando con los empobrecidos de la tierra 
  • misericordiosos, al lado de los enfermos, 
  • los despreciados, los descartados
  • limpios de corazón, respetando a todos 
  •  trabajando por la paz, buscando crear puentes en vez de muros 
  • perseguidos por la causa de la justicia, sin temor de ofender los ricos y poderosos del mundo 
Si tratamos de seguir a Jesús en esta manera, aunque fallamos mucho, Dios nos dará la verdadera alegría de ser sus hijas e hijos, constructores con Él del Reino del amor, justicia y paz. Dichosos seremos. 

Saturday, December 24, 2022

LA NAVIDAD - POBREZA, TINIEBLAS Y ESPERANZA

Misa de Noche Buena/Misa de Gallo, 2022 
Borrador de una homilía 


Isaías 9, 1-3. 5-6 
Tito 2, 11-14 
Lucas 2, 1-14 

Es noche. En una noche oscura, algo nuevo ha sucedido. 

 El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. 
    La luz se encuentra en un pesebre. 

Hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor. 
    El Salvador, el Mesías, se encuentra en un niño vulnerable. 

Lleva sobre sus hombros el signo del imperio y su nombre será: …"Príncipe de la paz". 
    El rey no viene con armas, sino con el amor: “Él se entregó por nosotros para redimirnos.” 

Los primeros que lo visitaron a Jesús fueron los descartados del pueblo: los pastores. 

Ellos escucharon y recibieron un mensaje de esperanza – porque la gloria de Dios se manifiesta en un niño pequeño, nacido en la pobreza. 

Jesús nació en un tiempo difícil – el pueblo fue bajo el poder del imperio romano que les mandó un censo de todos los pueblos para financiar sus guerras y su opresión. 

El mesías viene como “principe de paz” Pero, la oscuridad sigue, las guerras aumenta, la pobreza se hice peor todos los días. 

 ¿Qué diferencia hace este niño nacido en Belén? 

 Él está con nosotros, compartiendo nuestras sufrimientos – y nuestras alegrías.
“En la Navidad, Dios ha hablado… más que darnos explicaciones, Dios ha querido sufrir en nuestra propia carne nuestros interrogantes, sufrimientos e impotencia. Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con nosotros.” (José Antonio Pagola)
La Navidad debe darnos esperanza – no para esperar hasta que alguien llega para rescatarnos. 

El niño viene para darnos el mensaje que Dios hace algo nuevo de todo – y nos manda a participar en su glorioso y dificil reino. 
    "¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!" 

Entonces, vivan la navidad – no con chancho hornado, ni con regalos caros, ni con cohetes; 
  sino, vivan la navidad como María y José – dandole un hogar a Jesús en sus vidas, 
la vivan como los pastores – escuchando las voces de los mensajeros de Dios, los ángeles, anunciando un mundo nuevo, el Reino del Niño en el pesebre. 

Más que todo, vivan la Navidad como Jesús – compartiendo con los pobres y marginados, amando a nuestros amigos y enemigos, siendo un signo de la paz y la esperanza para un mundo envuelto en la tinieblas. 

Él nos ha dado la clave para una verdadera celebración de navidad – su amor.

Saturday, November 19, 2022

Convocatorio de la fiesta de Cristo Rey 2022

Padre Germán, el párroco de Dulce Nombre de María, me ha pedido prepara una reflexión para el inicio de la procesión en la fiesta de Cristo Rey. Aquí es un borrador.

    Hoy celebramos la solemnidad del Nuestro Señor Jesucristo, rey del universo, iniciando con nuestra procesión en las calles de Dulce Nombre. Pero, si somos fieles a Cristo Jesús, nuestra celebración debe ir a contracorriente. 

OTRO TIPO DE REY 

Si Jesús es rey, es un rey que no tiene ninguna semejanza a todos los otros reyes del mundo ni de la historia.

Recuerda su gran procesión, entrando en Jerusalén,
  • no en un caballo de guerra, sino montado en un burro, la bestia del trabajo, de los pobres, 
  • no con una banda de guerra, sino con los cantos y gritos del pueblo, 
  • con humildad y sencillez 
No vino con las armas de guerra; 
no vino para vencer, matando a sus enemigos; 
no vino para destruir la ciudad. 
    Sino lamentó que la ciudad no sabía el camino a la paz. 

Los reyes, los gobernantes, muchas veces entran con un montón de policía y militares, rodeados por guardes de espalda fuertemente armados, provocando miedo en los ciudadanos, determinados de deshacerse de todos los en contra de ellos. Su reino es un reino de miedo, sustenido por la violencia y la opresión.

Otros gobernantes vienen prometiendo la vida buena, fácil, sin costo – si la gente los obedece y apoya sus políticas. 

Pero, también, recuerda el trono de este rey, Cristo Jesús. Su trono es la cruz. No lleva una corona de oro y joyas, sino una corona de espinas.
No llamó a sus seguidores a la insurrección, sino les mandó a quitar las armas, porque “quien usa la espada, a espada morirá”. 

Y ¿alrededor de su trono? Fue abandonado por sus amigos; solo su madre, algunas mujeres y su discípulo amado se atrevieron a estar junto a la cruz. 

Pero, las autoridades religiosas y los soldados del gobierno romano se burlaron de él. Abandonado, desnudo, impotente, la víctima vence.

Y Jesús se pone al lado de todas las víctimas, los sufridos del mundo. 

No se viste con vestiduras del oro y rojo, sino es un rey desnudo.

No lleva las armas de guerra, sino sufre como nosotros.

No busca la violencia, sino perdona a sus verdugos

No se avergüenza de estar al lado de pecadores, sino promete el paraíso al ladrón, al revolucionario, crucificado con él. 

Este es el rey que celebramos hoy. 

EL REY SIERVO, ENTREGADO, AMOR

Jesucristo es el rey que nos salva y que salva el mundo, que hace maravillas. 

 El papa Francisco, hace cuatro años (20 noviembre 2016), dijo:
El «Mesías de Dios», el «Elegido», el «Rey» (Cfr. Lc 23, 35 y 37) se muestra sin poder y sin gloria. Está en la cruz, donde parece más un «vencido» que un «vencedor»… Su realeza es paradójica: verdaderamente el Reino de Jesús «no es de este mundo» (Jn 18, 36).… Sólo este amor ha vencido y sigue venciendo a nuestros grandes adversarios: el pecado, la muerte y el miedo…
La maravilla es que la muerte, la destrucción, las armas, la violencia, la venganza no tienen poder frente al amor de Dios, manifestado en la vida, la muerte y la resurrección de Cristo Jesús. 

La victoria de Cristo no se logra con violencia, poder, dominación, sino con la entrega de amor.

El Papa Francisco, hablando con los obispos de México, dijo
Ante todo, la «Virgen Morenita» nos enseña que la única fuerza capaz de conquistar el corazón de los hombres es la ternura de Dios. Aquello que encanta y atrae, aquello que doblega y vence, aquello que abre y desencadena no es la fuerza de los instrumentos o la dureza de la ley, sino la debilidad omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su dulzura y la promesa irreversible de su misericordia.
En la noche antes de su muerte, Jesús nos mostró la verdadera realeza – el rey servidor que lava los pies de sus discípulos, que se hace como un mozo que limpia los pies sucios de los invitados al banquete de la Pascua. 

  ¿Y NOSOTROS? 

 En nuestro bautismo estamos injertados en el Cuerpo de Cristo Jesús. Somos consagrados por el santo crisma, “para que [entremos] a formar parte de su pueblo y que [seamos] siempre miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey". 

 Luchamos con las armas del amor, de la ternura, del perdón, de la misericordia, No dejando al lado nuestra dignidad, sino mostrando nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios llamando al otro a no dejar su dignidad al lado, usando la violencia, las armas, el poder, para dominar. 

El poder de Jesús, crucificado y resucitado es en las palabras del Papa Francisco, “la debilidad omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su dulzura y la promesa irreversible de su misericordia”. 

Propongo tres palabras para describir Jesús el verdadero rey: 
  • El Siervo
  • Que se entregó hasta la muerte
  • Mostrándonos la fuerza de amor. 
Así debemos ser – servidores, entregados a Dios y a los demás con un amor abierto a todos, sobre todo a los más necesitados y descartados. Somos servidores.

La tentación es dura – buscar el poder, como hicieron los hijos de Zebedeo, buscar sentar a la derecha y la izquierda de Jesús cuando estaba en la gloria de su reino. O, como los otros discípulos , enojándose cuando escucharon las pedidas de Santiago y Juan.
“Jesús los llamó y les dijo: ‘Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos, y el que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos. Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre’”.
Todos, más que todo nosotros que sirven en la iglesia, no somos más que servidores, mozos. 

También, hay la tentación de buscar el rescate de los poderosos de este mundo, no responsabilizándonos por nuestros vecinos, no realizando la fuerza de ayuda mutua cristiana.

El mensaje del Cristo Rey-Servidor es duro para todos – obispos, sacerdotes, diáconos, delegados de la Palabra, ministros extraordinarios de la Comunión, catequistas – y para todos los seguidores de Cristo. 

Si somos cristianos de verdad, y no solamente de nombre, nuestra vocación es servir en todo. Como decían los obispos del Concilio Vaticano segundo, Gaudium et Spes 3:
“No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido”.
No es fácil – pero somos seguidores de Cristo, el rey servidor, que dio su vida – sirviendo a los demás, sanando a los enfermos, comiendo con pecadores, Su gracia nos da fuerza para la misión. 

¡Que segamos al Cristo Rey en la procesión hoy, recordando que Él es un Rey crucificado, entregado, servidor, el amor del Padre para todos nosotros, acompañándonos en el camino de santidad en la vida cotidiano, compartiendo la ternura y el amor de Dios con todos!

Saturday, October 22, 2022

¿Cómo entrar la casa del Señor

Notas para una una homilia
30 domingo del tiempo ordinario
Ciclo C 
¿Quién de nosotros no nos hemos sentidos seguros de nosotros mismos? ¿Quién de nosotros no ha despreciado a otra persona? 

Es una tentación de todos nosotros, especialmente nosotros que asisten a las misas o aun vayan en misión.

Hoy tenemos una parábola que Jesús dio como una respuesta a los “que se tenían por justos y despreciaban a los demás”. 

La oración del fariseo es hermosa: aparece ser una plegaria de alabanza y acción de gracias a Dios. “Pero no le da gracias por la grandeza, la bondad o misericordia [de Dios], sino por lo bueno y grande que es él mismo”. 

En su oración, ¿a quién mira el fariseo? - a sí mismo. 

No es oración a Dios – sino se jacta de sus hechos – como un negociante con Dios. "He hecho todo esto y tú, Señor, debes premiarme". 

“Tras su aparente piedad se esconde una oración "atea". Este hombre no necesita a Dios. No le pide nada. Se basta a sí mismo”. 

“Los dos suben al templo a orar, pero cada uno lleva en su corazón su imagen de Dios y su modo de relacionarse con él”. 

El publicano se conoce a sí mismo y como la gente pensaba de él y lo rechazaba como pecador. 

¿Cómo entramos la iglesia? 

¿Llevamos con nosotros un sentido de nuestra piedad? ¿Llevamos un sentido de ser mejores que los demás? 

O ¿Entramos reconociendo nuestra necesidad de Dios? ¿Llegamos tomando en cuenta nuestros vecinos, escuchando los gritos de los pobres, como Dios los escucha? 

Porque Él es un Dios que "no desoye los gritos angustiosos del huérfano ni las quejas insistentes de la viuda". 

Los misioneros han regresado después de escuchar los anhelos del pueblo de Dios, los gritos del pobre. ¡Ojalá escucharan los gritos de los descartados, los alejados! - Escuchando los publicanos de hoy. 

Dios los escucha, pero ¿nosotros? 

Y nosotros, cuando rezamos, ¿pensamos de nosotros o abrimos a Dios y a los pobres y alejados? 

Abriéndonos a Dios nos abre a los demás. 

'Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador'.


(Dibujo de Cerezo Barrera)
(Inspirado por las palabras de José Antonio Pagola)

Sunday, October 2, 2022

Con poca fe

Homilía 27 ordinario domingo , tiempo ordinario, ciclo C 

Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4
2 Timoteo 1, 6-8. 13-14
Lucas 17, 5-10

En la primera lectura de hoy, el profeta Habacuc habla fuerte, sin pelos en la lengua:
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina, sin que vengas a salvarme? ¿Por qué me dejas ver la injusticia y te quedas mirando la opresión? Ante mí no hay más que asaltos y violencias, y surgen rebeliones y desórdenes.
Es fuerte, pero tiene un eco en mi corazón y tal vez en lo suyo. 

¿Hasta cuándo hay tanta pobreza en Honduras? Los gritos de los pobres de las familias, aun en una aldea de San Agustín, que no tienen más que tortilla, sal y frijoles para alimentar una madre y sus hijos. La subida de los precios de la canasta básica, del combustible y de abono y más oprimen al pueblo.

¿Hasta cuándo hay tanta violencia, corrupción e impunidad en nuestro país? Los que tienen poder y dinero hacen lo que quieren sin responsabilizarse al pueblo, sin transparencia. No hay justicia. 


¿Hasta cuándo tenemos que aguantar las tormentas, los derrumbos y hundimientos del suelo, las calles en pésimo estado? 

Algunos dicen que todo esto es un castigo de Dios o un signo de los últimos días. 

NO.

Son resultados de los hechos de hombres.

La concentración del poder y de la riqueza de Honduras no es la voluntad de Dios. Algunos buscan agarrar la riqueza y la tierra, sin contar de las necesidades de los pobres ni del bien común.

La devastación de la naturaleza es resultado de los hechos de empresas, gobiernos y personas que no respetan nuestra casa común, sino buscan la ganancia propia, adorando al dios del dinero, del oro, y no al Dios verdadera, que busca la justicia.

Frente a las quejas del profeta Habacuc y las suyas, Dios no interviene como Dios mágico. Pero dice,
Escribe la visión que te he manifestado, ponla clara en tablillas para que se pueda leer de corrido. Es todavía una visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará… 
¿Qué es la visión de Dios? El reino de Dios, un mundo de justicia, de amor, de paz. Un reino que responde a los gritos de los pobres y al grito de la creación. 

Debemos escribir la visión no solamente en pancartas, sino, más que todo, con nuestras vidas.

¿Qué hacemos frente a la pobreza y al hambre? ¿Miramos con brazos cruzados?

¿Qué hacemos frente a la violencia y la corrupción? ¿Estamos callados, no queriendo involucrarnos?

¿Qué hacemos frente a las amenazas a la casa común? ¿Seguimos contaminando la creación, con nuestra basura, nuestros desperdicios, nuestros proyectos de ganancia, tratando de sacar dinero de la tierra y dejando que los grandes destruyan la tierra sin pensar del bien común? 

No importa que hacemos algo pequeño. 

Lo importante es hacer lo bien – y Dios va a usar nuestros esfuerzos. 

Hay que sembrar esperanza, la esperanza de Dios. En todo, hay que tener fe, confiando en Dios, frente a todo. 

A veces, sentimos como los discípulos,
“Auméntanos la fe”.
Pero, ¿Cómo les responde Jesús?
“Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza…”
Dios puede hacer de nuestra fe, no importa si está poca, algo grande. 

A veces no estamos consciente de la poca fe que tenemos y que Dios nos ha dado. Se nos olvida el poder de lo pequeño, de lo humilde.

Ayer, conmemoramos Santa Teresita del niño Jesús, la pequeña flor. Ella escribió del Caminito, del Camino pequeña – haciendo lo que podemos en nuestra pequeñez. 

Hay que ser fiel en lo pequeño y Dios hará de nuestros esfuerzos algo bueno y grande.

La fe es un don gratuito de Dios – no podemos merecerla. 

Pero tenemos que responder. Y podemos responder porque, como escribió San Pablo a Timoteo, estamos “sostenido[s] por la fuerza de Dios”. 

Este no es fácil, pero es nuestra llamada como discípulos de Cristo Jesús. Entonces, quiero repetir lo que Pablo escribió a Timoteo:
Te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación/buen juicio.
Dios quiere hacer de la chispa de fe que tenemos un gran fuego de amor, de solidaridad, de justicia, de paz. 

Él nos ha dado, y nos da, un espíritu de valentía/fortaleza para responder a las amenazas a la vida.

Él nos ha dado, y nos da, un espíritu de amor para responder a las necesidades de nuestros prójimos.

Él nos ha dado, y nos da, un espíritu de buen juicio para saber como responder frente a las injusticias, al descuido de la casa común, a los golpes a la dignidad humana. 

Pero, tenemos que responder, sin temor, porque Dios está entre nosotros. 

Este requiere la fe, la esperanza y el amor que Dios nos ha dado. 

No importa si pensamos que no tenemos suficiente. Recuerda las palabras del Santo Monseñor Romero que escribió como joven:
Con tu todo y mi nada, haremos mucho.
Y cuando respondemos a Dios con lo que tenemos, Dios nos da la alegría. 

¡Qué Dios nos da la fortaleza, el amor y el buen juicio pare ser fieles discípulos de Cristo!

Saturday, August 13, 2022

HAGAN LIO - ardiendo

Domingo 20, tiempo ordinario, ciclo C 
Borrador de una homilía 

Jeremías 38, 4-6, 8-10 
Hebreos 12, 1-4
Lucas 12, 49-53 



¿Qué imagen tiene de Jesús? 
¿Manso, amable, nunca enojado? 

Pero, en el evangelio de hoy, encontramos un Jesús un poco diferente. Dice a sus discípulos, 
“He venido a traer fuego a la tierra…”   
“No he venido para traer la paz, sino la división.” 

 Podemos protestar, “él es el príncipe de la paz”. Y así es

A pesar de ser el principio de la paz, su presencia en el mundo creó divisiones:
Amaba a los enemigos, 
comía con los pecadores y descartados, 
perdonaba a los pecados, 
tocaba a los enfermos impuros, 
hablaba con mujeres, incluyendo mujeres extranjeras. 

Con todo eso, perturbó al orden establecido, revelando las injusticias, las divisiones, el desprecio de los pobres y marginados, el maltrato de tantas personas.

Quitó la máscara de la paz falsa, para abrir un espacio para la paz verdadera, la paz fundada en amor, inclusión, solidaridad.

Sí, consoló – y consuele – a los afligidos; Pero, haciéndolo, afligió y aflige a los cómodos, los que disfrutan un consuelo falso, fundada en la injusticia.

Es claro, como escribió Gustavo Gutiérrez. “Las escrituras nos recuerdan muchas veces que el anuncio del amor de Dios choca siempre a los grandes de este mundo”. 
 
Mira lo que dicen los jefes del pueblo sobre el profeta Jeremías, “las cosas que dice desmoralizaron a los guerreros…y a todo el pueblo”. 

Pero tenemos otros testigos de la fe que también lo acusaron los poderosos. 
Lo acusan a Monseñor Rolando Álvarez de Nicaragua de ser "conspirador contra el Estado”, cometiendo lo que dicen es “un pecado de lesa espiritualidad”. 
Lo acusaron a Monseñor Romero de El Salvador de ser comunista por defender a los pobres. 
Lo condenaron a muerte un campesino, Beato Frans Jägerstätter, por rechazar de servir en el ejército nazi. 
 
El amor de Jesús, su mensaje de un Reino de amor, de justicia y de paz los desacomoda a los poderosos y ricos, y debe desacomodarnos a nosotros y desorientarnos, para que podamos identificar y rechazar la paz falsa, buscando la paz verdadera.

Los poderosos del mundo usan tácticas distintas para engañarnos, para esconder la verdad e imponer la paz falsa:
la propaganda,
los bonos que no cambian el sistema de injusticia que oprime al pobre,
las calles bonitas y los muros pintados mientras muchos en as aldeas viven en miseria con vías de comunicación dañados y sin la educación y la atención medica que necesitan, olvidados, ignorados, descartados por los con poder y dinero.

Como el Pueblo de Dios, seguidores de Jesús, ¿cómo responder?

No con la ira e indignación de los que piensan que ellos saben todo (y solamente quieren poder por ellos mismos).

Sino con el amor de un Dios que se identifica con los pobres, que se hizo carne entre los marginados, y que dio su vida en amor, aceptando la cruz.

Como dice la segunda lectura de hoy, con nuestras miradas fijadas en Jesús, solidarizándonos con los descartados, los tratados injustamente, respondiendo a sus necesidades y haciendo su causa la nuestra.

No es fácil y nos exige mucho.

Hay que poner al lado nuestra comodidad. Hay que ver el mundo desde la perspectiva de los marginados, descartados, empobrecidos. 

Nos cuesta.

Pero, debemos recordar la gran nube de testigos que nos han mostrado el amor de Dios – los santos como San Antonio de Padua, Madre Teresa de Calcuta y los santos de la puerta al lado, nuestros vecinos que cuidan a sus familiares enfermos, que ayudan a los que necesitan una palabra del aliento, una comida, un gesto de amor. 

Debemos, como dice la segunda lectura, meditar en el ejemplo de Jesús
“No se cansen ni pierdan el ánimo, porque todavía no han llegado a derramar su sangre en la lucha contra el pecado.” 

Es una lucha no solamente contra nuestros pecados personales, sino también una lucha en contra de los pecados alrededor nosotros: no solamente la violencia , la prostitución y las drogas, sino también la cobardía de no denunciar actos de violencia, especialmente la violencia doméstica, la trafica de personas y la trafica de drogas. No es fácil y puede costarnos.

Pero, como seguidores de Cristo, no queremos una “paz” fácil. 

Necesitamos el coraje de Dios y de los santos, respondiendo a la llamada del Papa Francisco a los jóvenes argentinos en el año 2013, “¡Quiero lio en las diócesis!” 

Como dijo Jesús a sus discípulos y nos dice: 
“He venido a traer fuego a la tierra … ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!”


[Imagen de Cerezo Barredo]