Notas para una homilía, 4 Domingo Tiempo Ordinario Ciclo !
Sofonías 2,3; 3, 12-13
Salmo 146 (145)
1 Corintios 1, 26-31
Mateo 5, 1-12
Pero, primero, quiero leer algunos versículos del salmo:
Ama el Señor al hombre justo
Y TOMA AL FORASTERO A SU CUIDADO.
A la viuda y al huérfano sustenta
Y TRASTORNA LOS PLANES DEL INICUO.
Y TOMA AL FORASTERO A SU CUIDADO.
A la viuda y al huérfano sustenta
Y TRASTORNA LOS PLANES DEL INICUO.
Yo vengo acá con tristeza. Ustedes tal vez han escuchado de los planes del Presidente
Trump para fortalecer un muro entre los Estados Unidos y México. Tal vez han escuchado que está previniendo la
entrada de personas de varios países del Medio Oriente. Hay personas del Medio Oriente con visas que no están permitiendo entrar a los Estados Unidos.
Quiero, como ciudadano de los EEUU, pedirle perdón a Dios y pedirles perdón
a todo el mundo por este pecado. El Señor, como dice el salmista, “hace
justicia a los oprimidos”.
Señor, ten piedad de los Estados Unidos.
Pero, hay un mensaje para nosotros acá en Honduras.
Dios es un Dios que ama a las personas justas.
¿Quiénes son?
Los dichosos, los bienaventurados.
La primera bienaventuranza es: “Dichosos los pobres del espíritu…” o,
mejor, “dichosos los que tienen el espíritu del pobre”.
Hay pobres que tienen el espíritu del rico – que quieren acaparar toda la
tierra, que quieren amontonar dinero, que quieren contralar a todo y a todos.
Jesús no dice que ellos son dichosos.
Como dice el profeta Sofonías, los dichosos ante los ojos de Dios, son los
que buscan al Señor, los que buscan la
justicia, que buscan la humildad. Son el pueblo de Dios, “un puñado de gente
pobre y humilde”.
Humildad no quiere decir que somos sin valor. No, humildad es la actitud de
una persona que reconoce que su dignidad es un don de Dios, que su felicidad
viene de su confianza en Dios.
Es una persona que toma en serio lo que escribió San Pablo a los corintios:
Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo,
para humillar a los sabios; a los débiles del mundo, para avergonzar a los
fuertes; a los insignificantes y despreciados del mundo, es decir, a los que no
valen nada, para reducir a la nada a los que valen…
Nosotros podemos ser el pueblo escogido de Dios, no por ser grandes,
cultos, inteligentes. Dios utilizan nuestras debilidades para cambiar el mundo,
para derribar los que piensan ser grandes.
Nosotros podemos hacerlo tratando de vivir las bienaventuranzas:
Dichosos, bienaventurados,
felices
los que tienen el espíritu
del pobre
los mansos, los humildes
los que lloran con los que
sufren
los que tienen hambre y
sed de la justicia de Dios y viven la justicia en la vida diaria
los misericordiosos
los limpios de corazón,
que buscan solamente la voluntad de Dios
los artesanos de la paz
los
perseguidos por cause de la justica de Dios
Esta semana, abren sus biblia y leen Mateo 5, 1-12.
¿Cómo podemos vivir las bienaventuranzas en nuestra vida cotidiana?
Oremos:
Hágame, Señor, pobre de espíritu.
Hágame,
Señor, humilde y manso de corazón.
Hágame,
Señor, un instrumento de tu paz.
Dame,
Señor, el hambre y sed de tu justicia.
Dame,
Señor, un corazón limpio.
Dame,
Señor, la compasión y la misericordia.
Atiéndame,
Señor, en tiempos de tristeza y llanto, en tiempos de persecución.
Ayúdame, Señor, de vivir las bienaventuranzas
en mi vida diario y, en esta manera, encontrar tu bendición y felicidad.
AMÉN.