Saturday, July 8, 2017

Un corazón del consuelo y paz

Palabras de consuelo y paz 

Notas para una homilía el Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
9 de julio de 2017
Zacarías 9, 9-10
Romanos 8, 9.11-13
Mateo 11, 25-30


“Vengan a mí todos los fatigados y agotados”. 

Son palabras de consuelo, de compasión, que muchos quieren escuchar, como algunas personas que he encontrado en las últimas semanas:
Una jovencita postrada en cama por años, un ancianito con cáncer, unos padres preocupados por sus hijos migrando hasta los Estados, una madre tratando de hacer una cita médica para su hijo de doce años sufriendo por inflamación de las amígdalas.

Para muchos, Jesús ofrece estas palabras.

Pero, son palabras de consuelo para naciones y pueblos, especialmente pueblos que experimentan opresión y guerra.

El pueblo judío en el tiempo de Zacarías vivía un tiempo precaria cuando el pueblo estaba regresando a Jerusalén, una ciudad abandonada. Tenía sueños de restauración, aunque no tenía nada.  El profeta les ofrece una palabra de victoria, pero en una manera diferente, no con los caballos de reyes o las armas de los ejércitos. Les da una visión de una victoria de los pobres y desamparados de la tierra, una visión de una victoria no-violenta:

…mira a tu rey que está llegando
justo y victorioso,
humilde y montado en un burrito…
Destruirá los carros de Efraín
y los caballos de Jerusalén;
destruirá los arcos de guerra
proclamará la paz a las naciones;

Este mensaje puede dar consuelo a la gente sufriendo guerra en Siria, en la República de África Central, en  Somalia y Sudan y también en los lugares donde no se respetan los derechos humanos y los ricos oprimen a los pobres con la fuerza de armas. Dios da consuelo con la promesa de un Reino de Paz.

También, las palabras de Jesús ofrece consuelo a los que están oprimidos por una religión de leyes y reglas, que marginaliza a los que piensan o creen diferente.

En el tiempo de Jesús, el pueblo se sentía cargados y oprimidos por todas las reglamentos religiosos, que pusieron diezmos en todos, que buscaron una religión de la pureza. La ley no era una herramienta para llevarnos a Dios, sino una carga para prevenir entrar a los impuros.

Jesús ofrece un Dios que es manso y humilde de corazón, un Dios que solidarice con los pobres y marginados.

Pero, Jesús nos invita a tomar su yugo. Pero su yugo es suave, es una carga ligera.

¿Por qué?

Jesús no es un Dios que impone una carga pesada. Él mismo ha asumido la carga – encarnándose en las vidas de un pueblo oprimido y quedándose con nosotros en nuestras fatigas y penas.

Pero, este mensaje de un Dios solidario, encarnado en la realidad de los pobres, no está aceptable por muchos – por los sabios y entendidos de todos los tiempos, por los opresores y acaparadores.

Sin embargo, es el mensaje que Jesús nos da – las buenas noticias reveladas a la gente sencilla.


Dame, Señor, un corazón como lo tuyo: manso y humilde, compasivo y solidario.

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