La Navidad del Señor
Misa de Media Noche - Misa de Gallo
Notas para una homilía:
No les dejes robarte la esperanza.
Isaías 9, 1-3. 5-6
Tito 2, 11-14 Lucas 2, 1-14
Vivimos en medio de incertidumbre, en una sociedad acosado de
violencia y represión.
Muchos viven confundidos, en medio de acusaciones creíbles de fraude y
de corrupción.
Algunos vivimos con pena con la aceptación por mi país de JOH como
ganador – sin decir casi nada del fraude y manipulación.
Varios viven enojados, diciendo que les robaron las elecciones.
Varios viven decepcionados con la postura de un candidato u otro.
Pero,
En medio de todo, celebramos un nacimiento – no en las casas de los poderosos,
sino entre los pobres, en un pesebre.
Nuestra esperanza no reside en los poderosos del mundo, sino en un
bebé, Dios hecho pobre.
Él es nuestro Salvador, no sacándonos de la oscuridad – sino encarnándose
en las tristezas, alegrías y penas de los empobrecidos.
Jesús nació en un país ocupado, en medio de un censo impuesto por un
imperio salvaje.
Pero, en la oscuridad una luz brilla. Y, ángeles aparecen a algunos
pastores, marginados en una sociedad de marginados. Y los ángeles llegan con un
mensaje de esperanza:
“No teman. Les traigo una buena
noticia que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les nacido un Salvador, …que
es el Mesías, el Señor.”
Nuestra esperanza es en un Dios quien engrandece a su pueblo. Como
dice el profeta Isaías, nuestro Dios es un Dios que quiebra nuestro pesado
yugo, la barra que oprime nuestros hombros, y el cetro de nuestro tirano. (Isaías
9)
Es lo que Dios quiere y que Dios promete y que Dios ha hecho.
Por eso, tenemos una esperanza activa – una esperanza que brota de un
encuentro con el Dios de misericordia, de justicia, de paz.
Encontrándonos con este Salvador, Él nos invita a vivir como sus discípulos,
su comunidad.
¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz!
Como San Ireneo dijo: “La gloria de Dios es la persona humana viva”. Beato
Oscar Romero dijo; “La gloria de Dios es el pobre vivo”.
Como Pablo escribió a Tito:
“[Cristo Jesús] se entregó por
nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos
en pueblo suyo, ferverosamente entregado a practica el bien”.
El encuentro con Dios – en el pesebre, en le eucaristía, en los
marginados – este nos da la esperanza – y nadie puede robarnos la esperanza.
Porque, el niño nacido pobre es nuestra esperanza. Él comparte nuestras
alegrías, tristezas y esperanza.
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