Notas para una homilía, Décimo Domingo del Tiempo
Ordinario, Ciclo B
Génesis 3, 9-15
Génesis 3, 9-15
2 Corintios 4, 13 – 5,1
Marcos 3, 20-35
Marcos 3, 20-35
Tenemos un problema.
Los parientes de Jesús “fueron a buscarlo, pues
decían que se había vuelto loco”.
Los escribas, las autoridades religiosas, decían
acerca de Jesús: “Este hombre esta poseído por Satanás…”
Jesús es loco y endemoniado – según sus familiares
y los poderes religiosos.
¿Quién es loco? ¿Quién es sano? ¿Quién hace la
voluntad de Dios?
¿Es sano perdonar a tus enemigos, como hizo Jesús
en la cruz?
o ¿es más sano continuar el ciclo de
venganza y violencia?
¿Es sano decir la verdad frente a la corrupción y
la violencia, como hizo San Romero?
o ¿es más sano alabar a los políticos que
buscan comprar sus votos con promesas y bonos?
¿Es sano trabajar para la familia, aunque hay
hijos ingratos?
o ¿es más sano dejar a la familia y gastar
sus pagos en placer, alcohol o drogas?
¿Es sano casarse?
o ¿es más sano huir de cualquier
compromiso con su esposa o esposo, buscando solamente el placer?
¿Es sano visitar y ayudar a un niño o un anciano enfermo?
o ¿es más sano dejarles solos”
¿Es sano dedicarse a servir a la comunidad?
o ¿es más sano quejarse cuando la
comunidad no lo sirve?
¿Es sano cuidar nuestra casa común?
o ¿es más sano usar y descartar los bienes
de la tierra?
¿Es piadoso manifestar la misericordia de Dios en
nuestras vidas diarias?
o
¿es más piadoso obedecer todas las reglas?
¿Es piadoso hacernos vulnerables frente a Dios,
reconociendo nuestros pecados y fallas?
o
¿es más piadoso escondernos detrás de las reglas?
¿Es piadoso ir a estar con los marginados?
o
¿es más piadoso encerrarnos en la iglesia, solamente rezando?
¿Es piadoso trabajar para hacer los cambios
personales y sociales que necesitamos?
o
¿es más piadoso seguir quejándose sobre las fallas de la otra persona?
No es fácil seguirle a Jesús, cumpliendo la
voluntad de Dios
Es más fácil
tratar de escondernos como Adán – con las apariencias de piedad o sanidad.
Y
si tratamos de seguirle a Jesús, talvez nos tildamos como locos o endemoniados
-
como hicieron con Jesús y con Monseñor Romero.
Frente este desafío, hay que recordad que la cruz
es un escándalo y la resurrección aún más escandalosa e increíble.
Pero, el poder de la muerte, de la violencia, de
lo político no es absoluto.
Y por eso, no nos acobardamos, sino nos arriesgamos.
Porque, como escribió san Pablo “aunque nuestro
cuerpo se va desgastando, nuestro espíritu se renueva de día en día. Nuestros
sufrimientos momentáneos y ligeros nos producen una riqueza eterna, una gloria
que los sobrepasa con exceso”.
Si buscamos el reino de Dios, la voluntad de Dios,
no será fácil, y nos criticaron, pero está búsqueda es los que realmente nos
abre de ser hermanos, hermanas y madre de Cristo – con una alegría que nadie
puede quitarnos.
Para profundizar estos pensamientos, lea las palabras de José Antonio Pagola:
¿Qué es más sano, dejarse arrastrar por
una vida de confort, comodidad y exceso, que
aletarga el espíritu y disminuye la creatividad
de la persona, o vivir de modo sobrio y
moderado, sin caer en «la patología de la
abundancia»?
¿Qué es más sano, seguir funcionando
como «objetos» que giran por la vida sin sentido,
reduciéndola a un «sistema de deseos y
satisfacciones», o construir la existencia día a
día dándole un sentido último desde la fe? No
olvidemos que Carl. G. Jung se atrevió a
considerar la neurosis como «el sufrimiento del
alma que no ha encontrado su sentido».
¿Qué es más sano, llenar la vida de
cosas, productos de moda, vestidos, bebidas,
revistas y televisión, o cuidar las necesidades
más hondas y entrañables del ser humano
en la
relación de la pareja, en el hogar y en la convivencia social?
¿Qué es más sano, reprimir la
dimensión religiosa vaciando de trascendencia nuestra
vida, o vivir desde una actitud de
confianza en ese Dios «amigo de la vida», que sólo
quiere y busca la plenitud del ser humano?
También lea un ensayo de el monje Thomas Merton, "Meditación devota en memoria de Adolf Eichmann":
Empiezo a darme cuenta de que la “cordura” ya no es un valor ni un fin en sí mismo. La “cordura” del hombre moderno le es tan útil como el gran tamaño y los músculos al dinosaurio. Si estuviera un poco menos cuerdo, si dudara un poco más, si se diera cuenta de sus absurdos y contradicciones, quizá habría una posibilidad de supervivencia. Pero si está cuerdo, demasiado cuerdo... quizá hemos de decir que en una sociedad como la nuestra la peor locura es no tener en absoluto angustia, estar totalmente “cuerdo”.
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