La Solemnidad de Todos los Santos
1 Noviembre 2018
Mateo 5, 1-12
UNICAH Santa Rosa
Notas para una homilía
Hoy celebramos la solemnidad de todos los santos – un día
para celebrar rodos los seres humanos que participan en la gloria de Dios y
para recordarnos de nuestra vocación de la santidad.
Pero, “no pensemos solo en los ya beatificados o
canonizados” (Papa Francisco Gaudete et Exsultate Gaudete et Exsultate
6). Sino, queremos recordar a todos los hombres y mujeres que han tratado de
vivir en Dios en su vida cotidiana.
Pero, hay una tentación
de poner los santos en un pedestal. Por eso, nosotros no podemos alcanzar la
santidad. Imaginamos los santos como perfectos. No eran. :os santos son los que dejaron que
Dios los hiciera santos a través de sus debilidades. No son superhéroes, son
hombres y mujeres, seres humanos, pecadores que fueron transformados por la
gracia de Dios.
Por eso, la sierva de Dios, Dorotea Day, una vez dijo, “No
me llaman santa; no quiero que me despiden tan fácilmente”.
Hace dos semanas, participé en la misa de canonización de
Monseñor Romero, el Papa Pablo VI y cinco otras personas.
Monseñor Romero no era un hombre perfecto. Yo recuerdo lo
que me dijo un amigo sacerdote salvadoreño. Romero fue a un cantón y estaba un
poco brusco con algunos campesinos. Pero les pidió perdón.
El sábado pasado estaba en la Misa de la beatificación de
un sacerdote franciscano y un laico catequista en Guatemala. El laico ayudaba
en la parroquia como chofer, llevaba a los enfermos al hospital, y hacía
reparaciones sencillas. En el imagen oficial, Beato Luis Obdulio Arroyo anda
con pantalones azules, blue jeans, como muchos trabajadores de América Central.
Hacía muchos años, me encontré con Dorotea Day en la casa
Trabajador Católica, en Nueva York donde ella vivía y servía a los pobres. Al
fin de un seminario estábamos arreglando el salón y ella estaba allá. Para mí,
apareció como una abuelito – sencilla, pero valiente.
Me encanta la historia de un beato
italiano, Alberto Marvelli, que murió en el año 1946, teniendo 28 años. Fue
ingeniero, líder de un grupo de la Acción Católica, que ayudaba mucho as los
pobres. Lo que me gusta mucho es su acción en durante de la ocupación de los
Nazis en su ciudad, Rimini. Para liberar los que iban a estar deportados a los
campos de concentración, él quebró los candados de los vagones de los trenes y
salvó a muchos de la muerte.
Estos santos y otros son ejemplos para
nosotros. Pero, como escribió el Papa Francisco en Gaudete et Exsultate, 11:
“Lo que
interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo
mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él”.
Pero, ¿ como ser santos?
La santidad se vive en los detalles de
la vida cotidiana, en pequeños gestos, come dice el Papa Francisco. En esta
manera, mostramos nuestra relación íntima con Jesús.
En la búsqueda de la santidad, de la relación
con Jesús, ¿que debe guiarnos?
Tal vez ustedes han visto los rótulos en la
carretera a San Pedro Sula y otros lugares con los diez mandamientos. Están
buenos.
Pero, Jesús nos ha dado algo que completa los
mandamientos y nos ofrece el camino al Reino de Dios – las bienaventuranzas que
hemos escuchado en el evangelio de hoy (Mateo 5, 1-12)
"Dichosos
los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque serán consolados.
Dichosos los que lloran, porque serán consolados.
Dichosos
los sufridos, porque heredarán la tierra.
Dichosos
los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dichosos
los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Dichosos
los limpios de corazón, porque verán a Dios.
Dichosos
los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
cielos.
Dichosos
serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes
por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en
los cielos".
Debemos hacer de las bienaventuranzas la
magna carta de nuestra vida como el Pueblo de Dios. Debemos usar las como
examen de conciencia. Debemos inscribirlas en nuestras corazones.
Tengo una sugerencia para todos ustedes. Hay
30 días en noviembre. Hay 10 bienaventuranzas en el evangelio según San Mateo.
Recomiendo que meditemos cada bienaventuranza
por tres días.
En el
primer día, meditemos el texto – ¿Qué me dice en esta bienaventuranza? ¿Qué me
pide ser? ¿Qué estoy haciendo para vivirla?
En el
segundo día, meditemos el pasaje de la Exhortación Apostólica Gaudete et
Exsultate del Papa Francisco que explica la bienaventuranza? (Gaudete et Exsultate, 63-94)
En el
tercer día, en oración pensemos de los santos y santas que han vivido la
bienaventuranza. Pueden ser santos reconocidos por la iglesia o santos “de la
puerta a lado”.
Jesús nos invita a ser
santos. Como escribió el Papa Francisco:
Todos
estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio
testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. (Gaudete
et Exsultate, 14)
En esta manera – con oración
y acción – podemos encontrar la verdadera felicidad, la alegría de ser hijas e
hijos de Dios, santos.
Citando otra vez al Papa,
les aviso:
No
tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. (Gaudete
et exsultate, 32)
Para terminar, quiero leer
una cita de las notes de Monseñor Romero de su último retiro, apenas un mes
antes de su martirio:
…mi disposición debe ser dar mi vida por Dios cualquiera que sea el
fin de mi vida.
Las circunstancias desconocidas se vivirán con la gracia de Dios. El
asistió a los mártires y si es necesario lo sentiré muy cerca al entregarle mi
último suspiro. Pero que más valioso que el momento de morir es entregarle toda
la vida y vivir para él.
Ícono de los nuevos mártires, La Basilica de San Bartolomeo, Roma |