Primero Domingo de Adviento
Ciclo A
27 de noviembre de 2016
Isaías 2, 1-5
Notas para una homilía o una reunión de una comunidad.
DESDE LA REALIDAD:
En un barrio pobre de la ciudad
de Filadelfia en los Estados Unidos vive una comunidad cristiana. Mirando la violencia
alrededor de sus casas, les dio a conocer la presencia de muchas armas de
fuego. El asesinato de un joven de diez y nueve años en la acera antes de su
casa le dio a un hombre de la comunidad la idea de recoger armas de fuego y
convertirlas en herramientas de jardines. De un fusil de asalto AK47 hacen
hasta 43 herramientas con la ayuda de algunos herradores.
Hoy hay grupos en todo el mundo
que trabajan para hacer arados y azadones de las armas del fuego, tratando de
promover una seguridad sin violencia.
ILUMINACIÓN BÍBLICA Y
DOCTRINAL
El profeta Isaías, en un tiempo
difícil para el pueblo, ofrece una visión de la Ciudad de Dios, un reino de la
paz.
En el tiempo de Isaías, el reino
de Judá no más buscaba el camino de Dios, sino buscaba alianzas con naciones
fuertes. Mucha gente pensaba que el camino de sobrevivir era prepararse por la
guerra. También trataba de vivir como sus vecinos paganos, no poniendo su
confianza en los caminos de Dios.
Mucha gente vivía en temor de
una invasión de las grandes naciones vecinas. No había mucha esperanza de una
salida de esta realidad. Había mucha injusticia a pesar de seguir rezando en el
templo con una piedad desencarnada.
Pero, en medio de la oscuridad
surgió un profeta, Isaías, que llamaba al pueblo a una conversión y le dio una
visión de esperanza. El pueblo de Judá y todas naciones van a encontrar en la
Casa de Dios la ciudad de paz.
Pero, el encuentro con el Dios
de la Paz provoca cambios.
El pueblo va a acercarse a
Dios, escuchando la Palabra de Dios y convirtiéndose. La conversión va a
provocar cambios en la vida. No más ponen su confianza en armas; “harán arados
de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas….no se adiestrarán para la
guerra.” Pero, can a caminar en la luz del Señor.
Isaías nos ofrece una visión de
esperanza, pero una esperanza que se manifiesta en cambios personales,
comunitarias y aún de naciones. Es un desafío para todos que ponen su confianza
en Dios.
ORACIÓN del Papa San
Juan XXIII:
Señor Jesucristo, que eres llamado Príncipe de la
Paz,
que eres Tú mismo nuestra paz y reconciliación,
que tan a menudo dijiste: "La Paz contigo, la
paz les doy."
Haz que todos hombres y mujeres den testimonio
de la verdad, de la justicia y del amor fraternal.
Destierra de nuestros corazones cualquier cosa
que podría poner en peligro la paz.
Ilumina a nuestros gobernantes
para que ellos pueden garantizar
y puedan defender el gran regalo de la paz.
Que todas las personas de la tierra
se sientan hermanos y hermanas.
Que el anhelo por la paz se haga presente
y perdure por encima de cualquier situación.