DICIENDO "SI" - UN CAMINO HACIA ABAJO
Notas para una homilía el 26º domingo tiempo
ordinario - ciclo A
Mateo 21, 28-32
Ezequiel 18, 25-28
Filipenses 2, 1-11
Corregido
Creo que todos nosotros hemos tenido la experiencia del padre en el evangelio de hoy. Hemos pedido y un amigo nos dice “Si”, pero no hace nada. O hemos dicho “si”, cuando alguien nos pide la ayuda.
No vamos o no podemos hacer lo pedido, pero no queremos
molestarle a la otra persona, diciéndole “no puedo”. No queremos un pleito con
un amigo. Para nosotros lo más importante es mantener la relación buena entre
nosotros; diciendo “no” aparece como un rechazo del otro.
Mantener la relación con el otro es muy importante,
pero a veces es más fácil hablar que actuar. Manteniendo la apariencia de amistad
decimos “si” sin tener la voluntad de hacerlo.
Pero, lo que Jesús quiere es más que la palabra;
hay que ponerla en práctica. Por eso, Jesús mira bien al primer hijo. Como explicó
Padre José Antonio Pagola:
El [segundo] rechaza al padre con una
negativa tajante: «No quiero». No le da explicación alguna. Sencillamente no le
da la gana. Sin embargo, más tarde reflexiona, se da cuenta de que está
rechazando a su padre y, arrepentido, marcha a la viña.
Pero, para el primer hijo, “Todo quedó en
palabras”.
En la primero lectura, el profeta Ezequiel nos
recuerda que lo importante es arrepentir del mal - aun en los últimos momentos. Y Dios nos salvará el que se aparta del mal.
Es fácil tener la apariencia de ser seguidor de
Cristo – ir a la iglesia, participar en la comunidad de base, obedecer todas
las normas.
Podemos vivir como los líderes del tiempo de Jesús,
viviendo según las normas sin el espíritu de discípulo.
Por lo esencial es seguirle a Cristo. Pablo nos da
algunas pistas del camino de seguirle a Cristo.
Es el camino hacia abajo. Es el camino que nos
muestra la compasión de Dios que se hizo impotente para nosotros. Como escribió
Henri Nouwen:
“Nuestro Dios es un Dios siervo. Nos resulta difícil
de comprender que hayamos sido liberados por alguien que había llegado a
carecer de poder, que hayamos fortalecidos por alguien que se hizo débil, que
hayamos encontrado nueva esperanza en quien se despojó a sí mismo de toda
distinción, y que hayamos encontrado un jefe en quien se hizo siervo”.
Propongo que leemos este texto, versículo por
versículo, para entender el camino de Jesús:
Si de algo sirve una exhortación en Cristo y el consuelo que brota del
amor, si tienen comunión del espíritu y un amor entrañable y compasivo - hagan plena mi alegría, teniendo un mismo
sentir, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y buscando todos
lo mismo.
La unidad - sentir, amar, aspirar, buscar – como un
solo cuerpo, el cuerpo de Cristo.
Nada hagan por ambición o vanagloria; al contrario, siempre con humildad, considerando
a los demás superiores a ustedes mismos.
No soy el centro del universo, ni aun de mi vida. Los
demás son mejores que yo y son mis superiores.
Que nadie preocupe por su propio interés, sino por el de los otros.
Busca el bien común, no mis intereses.
Tengan, pues, lo mismos sentimientos de Cristo Jesús,
No hacemos esto por obedecer un mandamiento; lo
hacemos porque queremos sentir con Cristo.
Cristo siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de
su condición divina.
Sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de esclavo,
y se hizo semejante a los hombres.
Cristo nos muestra el camino hacia abajo. Dios se
hizo nada, se hizo esclavo, lavando los pies, sirviendo a los demás.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó
incluso la muerte y una muerte de cruz.
La cruz viene porque hemos tratado de ser
compasivo como Cristo. No tenemos vergüenza de amar como Él, de entregarnos a
Dios compasivo y a los demás.
Pero, seguir a Cristo no es algo triste. Servir es
ser alegre, recordando Jesús es Dios que murió y fue resucitado, dándonos esperanza.
Por eso, Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que
está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el
cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
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La traducción de la segunda lectura incluye elementos de varias traducciones en español y en inglés, siempre con referencia al griego.
La imagen es en el santuario de Esquipulas, Guatemala.
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