Thursday, December 21, 2017

¿Dónde nace Jesús?

Para prepararme a celebrar la Navidad, voy a meditar con la ayuda de estas meditaciones de Thomas Merton, Beato Monseñor Romero y el Papa Francisco:


En este mundo, esta posada demente,
  en el que no hay absolutamente ningún espacio para Él en absoluto,
Cristo ha venido sin invitación.

Pero como él no puede estar en casa en él - porque él está fuera de lugar en él,
y sin embargo, debe estar en él - su lugar está con aquellos otros que no pertenecen,
que son rechazados porque se los considera débiles;
y con los que están desacreditados, que se les niega la condición de las personas,
  y son torturados, exterminados.
Con aquellos para los cuales no hay espacio, Cristo está presente en este mundo.
-Padre Thomas Merton, monje trapense
Incursiones en lo indecible

      Esta noche no busquemos a Cristo entre las opulencias del mundo, entre las idolatrías de la riqueza, entre los afanes del poder, entre las intrigas de los grandes.
      Allí no está Dios. Busquemos a Dios con la señal de los ángeles: reclinado en un pesebre, envuelto en los pobres pañales que le pudo hacer una humilde campesina de Nazaret, unas mantillitas pobres y un poco de zacate como descanso del Dios que se ha hecho hombre, del Rey de los siglos que se hace accesible a los hombres como un pobrecito niño.
      Era hora de mirar hoy al Niño Jesús no en las imagines bonitas de nuestros pesebres, había que buscarlo entre los niños desnutridos que se han acostado esta noche sin tener que comer. Entre los pobrecitos vendedores de periódicos que dormían arropados de diarios allá en los portales. Entre el pobrecito lustrador que tal vez se ha ganado lo necesario para llevar un regalito a su mamá, o quien sabe del vendedor de periódicos que no logró vender los periódicos y recibirá una tremenda reprimenda  de su padrastro o de su madrasta.
      ¡Qué triste es la historia de nuestros niños!
      Todo eso lo asume Jesús en esta noche.
      Monseñor Oscar Arnulfo Romero
Arzobispo de San Salvador, El Salvador
homilía del  24 de diciembre de 1979


      Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios.
      Con este signo, el Evangelio nos revela una paradoja: habla del emperador, del gobernador, de los grandes de aquel tiempo, pero Dios no se hace presente allí; no aparece en la sala noble de un palacio real, sino en la pobreza de un establo; no en los fastos de la apariencia, sino en la sencillez de la vida; no en el poder, sino en una pequeñez que sorprende.
      Y para encontrarlo hay que ir allí, donde él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido de la vida.
      Dejémonos interpelar por el Niño en el pesebre, pero dejémonos interpelar también por los niños que, hoy, no están recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los escuálidos «pesebres donde se devora su dignidad»: en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes.

Papa Francisco

Homilía de la Navidad, 2016

----

Encontré el dibujo en la página web de Seminario Fides.

No comments:

Post a Comment