Sunday, December 30, 2018

La familia - sagrada, imperfecta


Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret
Borrador de una homilía
Eclesiástico 3, 3-7.14-17; Colosenses 3, 12-21; Lucas 2, 41-52


Tal vez van a castigarme por lo que voy a decir.

Hoy celebramos la sagrada familia, Jesús, su madre María y su padrastro José. Pero, no era una familia libre de problemas y dificultades y, aún, desacuerdos y conflictos.

Pongan atención al evangelio de hoy.

Jesús estaba perdido por tres días. Sus padres no tomaron en cuenta su ausencia en la caravana por un día, tal vez por tener confianza en la familia extendida. Después de tres días, lo encontraron en el templo. María le preguntó, angustiada. Su repuesta, “¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?”

¿Cómo respondería usted si su hijo, su hija le dijera algo similar?

Creo que muchos estarían enojados o molestos.

Pero, a veces tenemos una idea muy cerrada de la familia.
“La familia no es para Jesús algo absoluto e intocable. Más aún. Lo decisivo no es la familia de sangre, sino esa gran familia que hemos de ir construyendo los humanos escuchando el deseo del único Padre de todos. Incluso sus padres lo tendrán que aprender, no sin problemas y conflictos”.[1]

Entonces, lo que es importante es manifestar en la familia lo que es la gran familia de Dios.

Porque no hay familias sin problemas, sin desafíos, sin dificultades.

Hay que reconocer que hay familias rotas
      Hay familias con madres solteras – abandonadas por hombres irresponsables, con padres buscando trabajo en otras partes.
      Hay familias con solamente el padre o la madre presente – por migración a causa de pobreza o violencia
      Hay familias con un padre enfermo o discapacitado
      Hay familias donde hay violencia doméstica, pleitos permanentes, falta de respeto
      Hay muchas familias que se sienten la presión de consumismo, de una cultura de placer o de lo provisorio o del descarte – donde los compromisos no se respetan.

Pero, en medio de todo eso, Dios nos da la gracia de seguir adelante, luchando para amar.
      Hay familias en que los padres se aman mutuamente
      Hay familias en que un niño enfermo y con necesidades especiales se recibe con cariño
      Hay familias en que los niños ayudan a los padres con amor
      Hay familias en que todos cuidan a los abuelos enfermos, en cama
      Hay familias en que se manifiesta compromiso, entrega, cariño

¿Cómo tener familias sanas y santas?         
     
Tenemos que cultivar un amor, un respeto mutuo al dentro de la familia – esposos con esposas, esposas con esposos, padres con hijos, hijos con padres – dejándolos todos crecer en el amor, en la santidad.

Lo que Pablo escribió a los colosenses puede darnos un examen de conciencia de la familia, para ver si estemos viviendo en amor.

Sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes
Sopórtense mutuamente
      y perdónense cuando tengan quejas contra otro
…sobre todas estas virtudes,
      tengan amor…
            un amor que tiene paciencia con los padres aunque chochee,
Que en sus corazones reine la paz de Cristo…
      miembros de un solo cuerpo

Hay que recordar que somos miembros de un solo cuerpo – el Cuerpo de Cristo. Y hay que vivir como Cuerpo de Cristo.

Como Cuerpo de Cristo todos debemos ayudar a las familias.

Hay un dicho africano: “Se necesita una aldea entera crecer a un niño”. Como iglesia, debemos recordar que se necesita una iglesia.

      La familia necesita la iglesia, como lugar, como hogar, donde se encuentra el Dios. Y la familia necesita la iglesia para ayudarles en tiempos buenos y tiempos difíciles, para ser una comunidad del amor – donde Dios vive.


[1] José Antonio Pagola


La imagen es un detalle de un fresco del Monasterio Decani.

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