Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret
Borrador de una homilía
Eclesiástico 3, 3-7.14-17; Colosenses 3, 12-21; Lucas 2, 41-52
Tal vez van a castigarme por lo que voy a decir.
Hoy celebramos la sagrada familia, Jesús, su madre
María y su padrastro José. Pero, no era una familia libre de problemas y
dificultades y, aún, desacuerdos y conflictos.
Pongan atención al evangelio de hoy.
Jesús estaba perdido por tres días. Sus padres no tomaron
en cuenta su ausencia en la caravana por un día, tal vez por tener confianza en
la familia extendida. Después de tres días, lo encontraron en el templo. María
le preguntó, angustiada. Su repuesta, “¿No sabían que debo ocuparme en las
cosas de mi Padre?”
¿Cómo respondería usted si su hijo, su hija le
dijera algo similar?
Creo que muchos estarían enojados o molestos.
Pero, a veces tenemos una idea muy cerrada de la
familia.
“La familia no es para Jesús algo absoluto
e intocable. Más aún. Lo decisivo no es la familia de sangre, sino esa gran
familia que hemos de ir construyendo los humanos escuchando el deseo del único
Padre de todos. Incluso sus padres lo tendrán que aprender, no sin problemas y
conflictos”.[1]
Entonces, lo que es importante es manifestar en la
familia lo que es la gran familia de Dios.
Porque no hay familias sin problemas, sin desafíos,
sin dificultades.
Hay que reconocer que hay familias rotas
Hay familias
con madres solteras – abandonadas por hombres irresponsables, con padres
buscando trabajo en otras partes.
Hay
familias con solamente el padre o la madre presente – por migración a causa de
pobreza o violencia
Hay
familias con un padre enfermo o discapacitado
Hay
familias donde hay violencia doméstica, pleitos permanentes, falta de respeto
Hay
muchas familias que se sienten la presión de consumismo, de una cultura de
placer o de lo provisorio o del descarte – donde los compromisos no se
respetan.
Pero, en medio de todo eso, Dios nos da la gracia
de seguir adelante, luchando para amar.
Hay
familias en que los padres se aman mutuamente
Hay
familias en que un niño enfermo y con necesidades especiales se recibe con
cariño
Hay
familias en que los niños ayudan a los padres con amor
Hay
familias en que todos cuidan a los abuelos enfermos, en cama
Hay
familias en que se manifiesta compromiso, entrega, cariño
¿Cómo tener familias sanas y santas?
Tenemos que cultivar un amor, un respeto mutuo al
dentro de la familia – esposos con esposas, esposas con esposos, padres con
hijos, hijos con padres – dejándolos todos crecer en el amor, en la santidad.
Lo que Pablo escribió a los colosenses puede
darnos un examen de conciencia de la familia, para ver si estemos viviendo en
amor.
Sean compasivos, magnánimos, humildes,
afables y pacientes
Sopórtense mutuamente
y
perdónense cuando tengan quejas contra otro
…sobre todas estas virtudes,
tengan
amor…
un
amor que tiene paciencia con los padres aunque chochee,
Que en sus corazones reine la paz de
Cristo…
miembros
de un solo cuerpo
Hay que recordar que somos miembros de un solo
cuerpo – el Cuerpo de Cristo. Y hay que vivir como Cuerpo de Cristo.
Como Cuerpo de Cristo todos debemos ayudar a las
familias.
Hay un dicho africano: “Se necesita una aldea
entera crecer a un niño”. Como iglesia, debemos recordar que se necesita una
iglesia.
La familia
necesita la iglesia, como lugar, como hogar, donde se encuentra el Dios. Y la
familia necesita la iglesia para ayudarles en tiempos buenos y tiempos difíciles,
para ser una comunidad del amor – donde Dios vive.
La imagen es un detalle de un fresco del Monasterio Decani.
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