Isaías 49, 3.5-6
Salmo 39
1 Corintios 1, 1-13
Juan 1, 29-34
Notas para una homilía, segundo domingo tiempo ordinario A,
en la iglesia de San Antonio, Dulce Nombre de Copán, Honduras
en la iglesia de San Antonio, Dulce Nombre de Copán, Honduras
Escuchando las lecturas de hoy podemos pensar de dos
preguntas:
¿Quién
es Jesús?
¿Quiénes
somos?
En el evangelio, Juan, encontrándose con Jesús, lo
identifica como “Cordero de Dios”.
Recordando
el cordero de la Pascua de los judíos y su éxodo de la esclavitud de Egipto
Recordando el profeta Isaías que
identifica el siervo de Dios como un cordero llevado al matadero.
El Cristo, el Mesías, Jesús, ha venido para dar la
vida. Es un Dios de tanto amor y misericordia que murió por nosotros. No es un
dios que regaña, que acusa, que mata – es un Dios de la vida, que se entregó la
vida, derramando su sangre por nosotros.
El profeta Isaías nos da dos otras perspectivas
del Cristo.
Es
siervo de Dios, que manifiesta la gloria de Dios en el servicio.
Como Jesús dijo, “No he venido a ser
servido, sino a servir y dar la vida para el rescate de los muchos”.
Viene como servidor, para abrir los
caminos de misericordia.
Es luz de las naciones, “para que mis
salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”.
Es un Dios para todos, especialmente los
que andan en las tinieblas.
Viene para abrazar todo el mundo,
mostrando en su persona la Luz de Dios.
También Jesús es el que ”ha de bautizar con el
Espíritu Santo”.
El
bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento, de conversión.
Pero, el bautismo de Jesús es diferente.
Lastimosamente, no hemos entendido bien este bautismo de Jesús. Pensamos que es
solamente un bañado para quitar el pecado.
Si es, pero es más.
El bautismo con el Espíritu Santo: “”La
metáfora sugiere que Jesús comunica su Espíritu para penetrar, empapar y
transformar el corazón de la persona”.
San Pablo dice que Dios nos “santificó en Cristo
Jesús” y nos hace “su pueblo santo”. Bautizados con el Espíritu Santo somos
injertados en Cristo, somos adoptado por el Padre como “hijos e hijas de Dios”
y somos llenados del Espíritu.
Entonces, ¿Quiénes somos como bautizados con el
Espíritu de Jesús?
Somos un pueblo nuevo, un pueblo santo.
Y, por eso, debemos vivir como un pueblo nuevo y
santo.
Hemos sido bautizados con el Espíritu. Pero, ¿qué
quiere decir eso?
Escuchamos las palabras del Padre José Antonio
Pagola:
El
Espíritu de Jesús es «Espíritu de vida».
Por
eso… El Espíritu puede potenciar en nosotros una relación más vital con él.
El
Espíritu de Jesús es «Espíritu de verdad».
No dejamos engañar por falsas seguridades.
Recuperar una y otra vez nuestra identidad irrenunciable de seguidores de
Jesús. Abandonar caminos que nos desvían del evangelio.
El
Espíritu de Jesús es «Espíritu de amor»,
[Un amor] capaz de liberamos de la
cobardía y del egoísmo de vivir pensando sólo en nuestros intereses y nuestro
bienestar. Dejamos bautizarpor él es abrirnos al amor solidario, gratuito y
compasivo.
El
Espíritu de Jesús es «Espíritu de conversión» a Dios.
Dejamos bautizar por Jesús significa
dejamos transformar lentamente por él. Aprender a vivir con sus criterios, sus
actitudes, su corazón y su sensibilidad hacia todo lo que deshumaniza a los
hijos e hijas de Dios.
El
Espíritu de Jesús es «Espíritu de renovación».
Dejarnos bautizar por él es dejamos atraer
por su novedad creadora. El puede despertar lo mejor que hay en la Iglesia y
darle un «corazón nuevo», con mayor capacidad de ser fiel al evangelio.
¿Dejamos que el Espíritu de Jesús nos penetre?
¿Dejamos
que la novedad de fe en Cristo nos impulse?
¿Estamos dispuestos a decir lo que dicen los que
van a ser bautizados o confirmados y que hemos rezado en el salmo responsorial?
“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
Gracias al comentario de José Antonio Pagola.
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