Saturday, February 3, 2018

La virgencita - Suyapa


Notas de una homilía en la fiesta de Nuestra Señora de Suyapa
3 Febrero de 2018

Genesis 3, 9-15.20; Romanos 12, 9-16; Juan 19, 25-27

La imagen de la virgen María de Suyapa es pequeña – apenas 6.5 centímetros.

Hay visto las imágenes por años, pero hace dos semanas vi la imagen sin sus lujosos vestidos, Ella es una pequeña sencilla campesina, con la belleza de una campesina, no de una dama. Porque María no es la mujer de poder y dominación, ni de violencia y dinero.

En la primera lectura, escuchamos la tentación de Eva y Adán:

La serpiente les prometió que sean como dioses – no el Dios de la vida, sino los dioses del poder y dinero, de dominación. Y, por eso, cuando Dios les preguntó, Adán echó la culpa a Eva, y Eva la echó a la serpiente. Se aislaron – se individualizaron. No tomaron la responsabilidad. El pecado nos separa de Dios y de los demás.

Pero, María es diferente. Ella asumía la responsabilidad en toda la vida; ella respondió a Dios con toda su vida.
     
En el evangelio de hoy, escuchamos que, junto a la cruz, aceptó el discípulo como su hijo – como Jesús se lo entregó. Es algo que hacía toda la vida. Se asumió la responsabilidad con Dios y con los demás.
     
Cuando llegó el ángel Gabriel, ella dijo sí, “Soy la esclava del Señor”.
     
Cuando se enteró de que su familiar Isabel estaba con niño, María dejó la comodidad de Nazaret para ayudarle a ella.

Cuando ella le dio a luz a Jesús en Belén, acogió a los pastores y a los reyes magos.
     
Después la resurrección y la ascensión de Jesús, se unió con los discípulos en el Cenáculo, esperando  la venida del Espíritu Santo.
     
Ella acompaño a la comunidad de discípulos de Dios y todavía nos acompaña. Y cuando aparece, se manifestó más que todo a los pequeños, las humildes.
     
Ella no buscó el poder; buscó el amor, la solidaridad.
     
En ella, Dios nos manifiesta la gracia del amor, de la solidaridad, de la humildad. Y nos invita a ser instrumentos de su Reino.
     
¿Cómo?
     
La segunda lectura de San Pablo nos da los índices, las pistas de esto estilo de vivir – como discípulos, discípulas de Cristo – como María
      Que el amor de ustedes sea sincero.
Aborrezcan el mal y tengan pasión por el bien.
En el amor entre hermanos demuestren cariño
Honran a los demás más que a ustedes.
Que la esperanza los mantenga alegres – no con caras de vinagre.
Sean constantes en la tribulación u perseverantes en la oración, porque vamos a experimentar dificultades en la vida.
Ayuden a los hermanos en sus necesidades
Practiquen la hospitalidad.
Bendigan a los que los persiguen…
Alégrense con los que se alegran;
Lloren con los que lloran.
Vivan en armonía, unos con otros.
No sean, pues, altivos: No busquen grandezas.
más bien pónganse al nivel de los humildes.
            Sino que vayan a lo humilde.

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