Sunday, December 18, 2016

Ajaz y José frente a lo inesperado


Isaías 7, 10-14
Romanos 1, 1-7
Mateo 1, 18-24

Notas de una homilía, el cuarto domingo de adviento, ciclo A

Hoy tenemos un contraste entre dos hombres de la Biblia, el rey Ajaz y el carpintero José. Respondieron muy diferente frente a lo inesperado.

En su comentario sobre las lecturas de hoy, Gustavo Gutiérrez, O.P., escribió:

Cuando pensamos que todo discurre “normalmente” no somos capaces de percibir lo nuevo. Lo imprevisto rompe nuestras esquemas.

Pero, Dios nos acerca en maneras no esperadas.

Ajaz, fue el rey de Judá, en Jerusalén, una ciudad sitiada por sus enemigos. Están en apuros. El rey busca una alianza militar con los Asirios como manera de salvar a la nación.

Pero, Dios le invita a pedir un señal. Pero, disimulando la piedad, dice, “No tentaré al Señor”.

No es la repuesta de una persona que pone su confianza en el Señor, porque Ajaz ya había puesto su confianza en la supuesta seguridad de armas y de alianzas políticas y militares. Pensó de conseguir la salvación del país por armas. No quiere cambiar sus planes, no quiere algo nuevo. No quiere pedirle algo diferente de Dios. Tiene sus planes y no los va a cambiar.

Pero, la promesa de Dios es algo raro: un niño va a nacer, “Emmanuel”, Dios-con-nosotros.

José también enfrenta una situación difícil. María está embarazada – y el hijo no es suyo. ¿Qué hacer?

Yo pienso que José fue un poco enojado, muy perturbado. Según la ley, una mujer adultera debe estar apedreada. Pero José quitó cualquier idea de castigarle a María. Y creo que él la amó tanto que no quiso que ella sufriera cualquier tipo de daño.

Pero, en un sueño, recibe un mensaje de un ángel, un mensaje desconcertante.

Pero, José, abierto a Dios, acepta María como esposa y acepta su niño como suyo.

El nombre del niño es Jesús – que quiere decir “Dios salva”. No salva por las armas o las alianzas con los poderosos, los ricos o los militares.

Y el niño será “Dios-con-nosotros”, como prometió Isaías.

La diferencia con Ajaz es, para mí, muy evidente. Ajaz pone su confianza en sus esfuerzos, más que todo esfuerzos de hacer alianzas con los poderosos, los ricos y los militares.
José puso su confianza en la palabra de Dios que recibió en un sueño, una palabra de un Dios que quiere estar con nosotros.

Pero, la presencia de Dios-con-nosotros no nos da la seguridad de armas y alianzas militares y políticas. No. José, María y el niño Jesús van a sufrir – recuerda que Jesús nació en Belén y después la sagrada familia tuvo que huir al Egipto.

Y María va a verle a su hijo crucificado.

La promesa de Dios no es una promesa que vamos a escapar el sufrimiento. Dios nos promete de estar con nosotros, aun frente a la violencia, la pobreza, el sufrimiento – no importa la situación. Y entonces podemos vivir con esperanza y con confianza en Dios. Podemos ser apóstoles como Pablo quien recibió la gracia del Dios vivo.

Al fin de la segunda lectura, Pablo ofrece una bendición:

A quienes Dios ama y ha llamado a la santidad, les deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor.

Nuestra seguridad se encuentra en la gracia y la paz de Dios que nos ama y nos ha llamado a la santidad, a la vida con Él.

Allí se encuentra la verdadera seguridad – como José sabía.



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